Entre la prensa gratuita hay una competición muy interesante por ver quién es más progre. Una competición muy interesante, que, en principio, estuvo encabezada por Metro, pero que luego intentó ser superada por ADN de Lara -que es un editor progre de derechas- y por el Qué!, hoy en Vocento. Sin embargo, el más informativo de todos, es decir, 20 Minutos, no quería quedarse atrás, y ha sacado las uñas. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, claro está. Es una competición que se revitaliza mucho en Navidad y en Semana Santa, que son las fiestas más importantes de los cristianos. No es nada personal: son negocios. Y esto es bello e instructivo. En la catarata de insultos -insultos analíticos, que conste- no se deslían muchas originalidades, pero alguna sí. Por ejemplo, me ha sorprendido lo de la escasa "compasión" hacia los animales. Mira, eso es nuevo. Y en efecto, la caridad cristiana no alcanza a los animales irracionales salvo cuando perjudica al racional. Aunque ha sido la civilización occidental, es decir la cristiana, la que se ha rodeado de perros y otros animales domésticos a los que -nunca he tenido claro el porqué, especialmente en el caso de los gatos- ha considerado interesante ofrecerles un trato preferente. Por lo demás, al vómito del archifamoso ensayista colombiano-mexicano Fernando Vallejo vuelve a demostrar lo mismo: ya no existen izquierda y derecha, conservadores o liberales. En el siglo XXI, lo únicos que existen son hijos de Dios frente a cristófobos. Ni tan siquiera se llevan los herejes, sólo los blasfemos. Lo de hoy tampoco es una guerra de religión: es una guerra contra un sólo credo: el que depositó su magisterio en la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. El resto son comparsas. Ya hasta están desapareciendo los sabios agnósticos y los racionalistas elegantes. Y hasta los panteístas, que parecían eternos, encuentran problemas para ubicarse. Nos quedan como Fernando Vallejo o Arsenio Escolar. No, nos aproximamos a un mundo bipolar, no cabe la menor duda, pero conviene aclarar cuáles son los dos bandos para evitar equívocos, porque ha llegado el momento en el que todos los seres humanos se vean obligados a elegir: o hermanos de Cristo o cristófobos, o hijos de la Iglesia o esclavos de Satán. Es todo un avance. Arsenio Escolar, por ejemplo, no es un señor ni de izquierdas ni de derechas: simplemente es un odiador de la Iglesia. Y hay que reconocer que esto clarifica las cosas porque uno ya se cansa de tanta farfolla: ¡Enhorabuena Arsenio, por tu sinceridad!   ¿Que cuando llegará el punto de no retorno? Pues cuando el amigo Vallejo no necesite justificar su aversión: ¡Fuera excusas! Reparen en la cadena de agravios: casi todas ellas aún pretenden justificarse: quiero dañar a la Iglesia porque persiguió a los albigenses (sería gozoso observad, pero la mirilla del túnel del tiempo, a don Fernando y don Arsenio en la sociedad cátara-, porque se alió con Hitler o porque persigue a los homosexuales y a las viudas (muy triste lo de las viudas). Es decir, don Fernando y don Arsenio justifican su ataque en nombre de principios buenos. Lo de menos es que mientan o que esos principios no sean tan bonancibles. Si tratan de justificar sus mamporros al Cristianismo es porque aún no se han quitado la careta. Todavía están en la etapa del odio justificado y no han pasado al odio irrazonable. Esa será la etapa final.    ¿Que le estoy haciendo publicidad al libraco y al 20 Minutos?: no hombre no. Un libro con ese arranque sólo se lee en los resúmenes de Internet. Al Cristo o se le ama o se le odia, es cierto, pero el oído es tan personal e intransferible como eructo: nadie paga el coste de un libro para leer la cantidad de memeces de Fernando Vallejo exaltadas por Arsenio Escolar. Es como la TV basura o la prensa amarilla, o el 20 Minutos: tiene éxito mientras sea gratis. Si hay que pagar... El aspirante a lector no quiere pagar por ver incultos ajenos: prefiere protagonizar el ataque. Es lo malo del odio, que resulta poco creativo y, a la postre, muy poco rentable. Eulogio López eulogio@hispanidad.com