Sr. Director:
La Vicepresidenta del Gobierno ha experimentado en carne propia que no todas las tradiciones culturales son iguales, ni tienen el mismo aprecio por los derechos humanos, ni alcanzan el mismo grado de virtud moral en sus planteamientos.
Esto dicho así en España sería el súmmum de la incorrección política, pero María Teresa Fernández de la Vega, durante su viaje a Níger y ante la fuerza de los hechos, tuvo que abandonar el discurso laudatorio del multiculturalismo al toparse de bruces con la práctica de la poligamia.
Tras conocer que el simpático empresario de chufas con el que se había fotografiado era polígamo y que las mujeres que le acompañaban eran sus esposas, la Vicepresidenta hizo todos los esfuerzos posibles para que sepamos que está horrorizada y que se trata de una realidad que hay que erradicar cuanto antes. Es todo un sarcasmo que el incidente se produjera poco después de que José Blanco hablara del mestizaje, sin matices, para justificar una reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa en España y que la fotografía se tomara en un viaje programado para reivindicar la dignidad de la mujer, al que también asistió la hasta ahora inédita Ministra de Igualdad. ¿No les parece que son los riesgos de la ideología sustentada en palabrería huera, que no resiste un envite con los hechos sin entrar en contradicción?
Valentín Abelenda Carrillo
valabcar21@gmail.com