Sr. Director:

Es un churro, no parece Navidad... son algunas de las opiniones que los madrileños tienen acerca de la decoración navideña de sus calles. Letras y símbolos extraños en vez de campanas y angelitos, alfombras luminosas en lugar de estrellas de Navidad, silencio donde antes sonaban alegres villancicos; y, un año más, la ausencia del Belén.

En estas entrañables fechas en las que se celebra el Nacimiento de Dios, favoreciendo por su significado la paz y la concordia entre los hombres, en la capital de España nuestros gobernantes han eliminado, por segundo año consecutivo, todo símbolo que represente al Cristianismo. Sin embargo, lo que nunca podrá hacer ni el mejor arquitecto vanguardista de todos los tiempos será borrar a Dios del corazón de tantos millones de católicos como hay España.

Somos muchos los que no estamos dispuestos a dejar caer en el olvido las raíces de una gran nación como lo es España. Pondremos belenes vivientes donde antes había figuras inmóviles y cantaremos villancicos por las calles. Los católicos tenemos que transformar en esperanza el vacío que desprenden los que niegan a Dios, con alegría, con ilusión, y volver a ser la sal de la tierra y luz del mundo.

Patricia Bausá Cardellach

patri_manolo@hotmail.com