La encuesta del CIS, primera tras el atentado, apenas reduce dos décimas la diferencia entre los dos partidos: 38,8 frente a 37,6%. La gente ha olvidado ya a los muertos del 30 de diciembre: ahora prima, otra vez, la paz a cualquier precio. Bermejo es otro entusiasta de la negociación con ETA. El PP, más dividido que nunca: Rajoy quiere alejarse de Pedro J. y de Pizarro, Zaplana no
Vileda, la fregona que más absorbe. Como el presidente del Gobierno, para desesperación del Partido Popular, otra vez metido en querellas internas. La última encuesta del oficial CIS, primera después del atentado, dice que el PSOE mantiene una estimación de voto del 38,8%, cinco décimas menos que en octubre del pasado año. El Partido Popular se queda en 37,6, tres décimas menos que en octubre.
Es decir, que el gran fracaso de ZP, a quien ETA tomó el pelo en Barajas, se reflejó en las primerísimas encuestas, cuando los escombros aún no habían sido retirados de la Terminal 4. Pero han bastado pocas semanas para que los españoles vuelvan a confiar más en Zapatero que en Rajoy. Ahora, la mayoría se ha volcado, nuevamente, hacia la paz a cualquier precio.
Lo mismo ocurrió con los excesos del Estatut catalán, con la OPA de Gas Natural, con manifestaciones que en ocasiones han superado el millón de personas como la del gaymonio (18 de junio del 2005) o la de las propuestas contra la Ley Orgánica de Educación (12 de noviembre de 2005), por no hablar de las sucesivas manifestaciones de las víctimas del terrorismo. En Barajas, tras la brutal metedura de pata del Presidente del Gobierno, quien insistía en el proceso de paz, tuvo que actuar Rubalcaba para anunciar la ruptura… ruptura que ahora se ha convertido en nuevo proceso negociador. ZP es una Vileda capaz de absorber cualquier desprestigio en muy poco margen de tiempo, aprovechando su control de la realidad mediática, tanto pública como privada, y especialmente de la televisión.
En este sentido, el nuevo ministro de Justicia de Zapatero es otro partidario de esta estrategia. Bermejo considera que su principal deber es copar el Consejo General del Poder Judicial, la única institución que se le resiste a Zapatero y relanzar la idea de que el PP es un partido de ultraderecha porque se niega a seguir al PSOE en su negociación con la banda terrorista.
Por su parte, en el Partido Popular siguen divididos. Mariano Rajoy considera un error seguir al periodista Pedro J. Ramírez, empeñado en la teoría de la conspiración, justo lo contrario que piensa Eduardo Zaplana.
Y tampoco creo que sea bueno la politización de la vida económica y el apoyo prestado por el Partido Popular al presidente de Endesa, Manuel Pizarro, quien a fin de cuentas, ha entregado la "Empresa Nacional de Electricidad" a los alemanes de E.ON. En la sede del PP aún se hacen cruces con las palabras de Pizarro, pronunciadas el miércoles en el Club Siglo XXI, donde afirmó que el patriotismo no se podía aplicar a algo tan importante como el dinero. Si era una ironía, en el PP no ha hecho maldita la gracia. Y es que no se puede hablar de unidad de España y al mismo tiempo buscarse a un alemán para que te libre de un catalán. No queda bien. Para quienes afirman que Pizarro tiene un hueco en el PP cuando termine la OPA, no sabe que Rajoy no le quiere, y que la tutela de José María Aznar no basta.
Rajoy también quiere cambios en política económica, encomendada a Miguel Arias Cañete. Dicho de otra forma, el Gobierno Zapatero vende crecimiento del PIB, pero el PP no ha sido capaz de recordar es que si España crece por encima de la población es porque su población lo hace al mismo ritmo, gracias a la inmigración. Económicamente, el fenómeno migratorio ha sido muy positivo para España, pero ha acentuado el problema crónico de nuestra economía: la baja renta per capita. Los salarios han bajado en términos relativos.