De momento, frenazo. Continúan las conversaciones, pero a nivel de secretarios de Estado. La reunión de verdad, la de presidentes y primeros ministros, está paralizada hasta después de las elecciones británicas, previstas para el mes de mayo. A partir de entonces, se resolverá qué pasa con el famoso "cheque británico", aunque los conservadores ya han advertido que como les toquen el cheque harán uso del veto. Genio y figura.
Con un triunfo laborista tampoco quedaría clara la posición, aunque, probablemente, también hagan uso del veto. Y mientras tanto, ¿cuál es la postura de España? El secretario de Estado de Presupuestos, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, señaló que la actual propuesta de la Comisión resultaba "inadmisible" para España. Unas palabras ni confirmadas ni desmentidas por un Zapatero que permanece en su política de sonrisas a todo tren. Al final, la conclusión es que España ha cedido en todos los aspectos importantes de la negociación, en aplicación de la filosofía de que "lo que es bueno para Europa es bueno para España". Cedió en la Constitución Europea y en la Directiva de Servicios que favorece a los empresarios franceses y alemanes. Se le olvidó en el camino la defensa de los intereses nacionales, que es para lo que le pagamos los españoles.
Por cierto, dentro de tres meses comienza el proceso administrativo contra Grecia por déficit excesivo. Tendría gracia -que diría Rajoy- que el país helénico fuese sancionado ahora que el Plan de Estabilidad ha sido flexibilizado para mayor comodidad del eje París-Berlín.