Sr. Director:
De burla y mofa, de iniciativa esperpéntica con fin espurio contra una confesión religiosa, ha calificado y prohibido el ayuntamiento de Madrid la "procesión atea" del Jueves Santo, organizada con el deseo de "castigar la conciencia católica" y "hacer daño sin contemplaciones".

 

La blasfemia pública ha tomado mayor fuerza en estos últimos tiempos en los que todos se creen con derecho de echar su carga de odio sobre el Cristo paciente. Las diversiones, cada vez más alejadas de su finalidad, terminan por empañar la imagen de Dios y de todo lo sacro aduciendo razones de libertad de expresión. Todas las civilizaciones han respetado a sus dioses, pero hoy es el cristianismo el que sufre una agresión mayor, cuando no una abierta persecución.

¿Será porque su Dios se ha hecho uno de nosotros y es por eso más vulnerable? Ya lo fue entonces, en el primer Viernes Santo y continua ahora en manos de los sacrílegos que profanan altares y sagrarios haciendo del Dios vivo una víctima indefensa. La Semana Santa que se aproxima es una llamada a cambiar de vida, porque nuestros pecados fueron la causa de que Dios muriera clavado en una cruz.

Eva N Ferraz