Este largometraje de interminable título (El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford) nos recuerda un pasaje de la Historia del Oeste que todos conocíamos por el cine: la figura del bandolero Jesse James y su patética muerte. Pero la versión cinematográfica que ahora contemplamos es mucho más realista que Tierra de audaces, el western épico realizado por Henry King en el año 1939, y esto se debe a que nos muestra la cara más amarga del personaje de leyenda: Jesse James no era un héroe sino un vulgar pistolero que rozaba la paranoia y al que temían todos los que le rodeaban: incluyendo su esposa y los miembros de su banda.
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford narra la compleja relación que mantuvieron estos dos personajes. El joven Ford había crecido leyendo historias que engrandecían y falseaban la figura de Jesse James. Cuando se enroló en su banda (con la frontal oposición de Frank James) Ford no veía al hombre real sino al mito. Poco a poco, tras contemplar la frialdad y la innecesaria crueldad de Jesse, Ford (un ser, por otra parte, también bastante censurable) fue cambiando la idea que tenía de su héroe al mismo tiempo que permanecía intacto en su interior su deseo de conseguir la fama y de pasar a la posteridad.
Este western desmitificador se beneficia de la gran actuación de Cassey Affleck (inquietante cien por cien) y Brad Pitt (metiéndose en el personaje de Jesse James) pero contiene algunos episodios que se alargan excesivamente y, si somos puristas, totalmente innecesarios (un ejemplo, el discurso machista y grosero que sobre la sexualidad femenina larga el mujeriego Dick Liddil/Paul Schneider al comienzo de la película).
Para: Los que les gusten los western crepusculares llenos de crudeza.