Sr. Director:
Con mucha frecuencia vemos que Dios nos llama a todos, lo que ocurre que a veces no oímos su llamada.

 

En medio de las dificultades de los hombres de hoy, heridos por crisis hondas que afectan el derecho al trabajo, al matrimonio y a la familia, incluso al derecho a la vida y a la vivencia digna de su condición de persona, también estamos asistiendo a vocaciones de muchos sacerdotes, que después de llevar años trabajando en su profesión descubren su vocación al sacerdocio. A través de Internet me he enterado de dos ordenaciones sacerdotales que tuvieron lugar el pasado domingo en el Santuario de Torreciudad.

En esta ocasión no se trata de jóvenes que en la adolescencia han entrado al Seminario, sino de dos personas maduras, ingeniero técnico agrícola de 44 años uno y el otro un informático de 40 años.

El primero ha dicho: El ejemplo de tantos sacerdotes muy buenos ha influido mucho en mi decisión, después de llevar 20 años trabajando como profesor en Camp Joliu, uno de los más prestigiosos centros educativos en el ámbito rural, situado en la comarca del Penedés catalán.

El segundo deja sus diseños de sistemas de información, su docencia y su participación en una granja de avestruces, por el sacerdocio y comenta: sé que me espera muchísimo trabajo y veo al sacerdote como un instrumento para contribuir a la felicidad de cada persona.

Pues sí, efectivamente, es en la figura del sacerdote donde el Señor se hace presente de muchas maneras entre nosotros. El sacerdote es enviado de Dios al mundo para que nos hable de su salvación. Afirmaba el Cura de Ars: ¡Ay! del Pastor que permanece en silencio viendo que se ofende a Dios y las almas se pierden.

Elena Baeza