Las clínicas de fecundación in vitro (FIV) están preocupadísimas porque los recortes del Gobierno Rajoy podrán dejar sin FIV -financiada por todos, claro- nada menos que a 7.000 mujeres. ¡Qué horror! Yo también lo estoy, no soy 70.000, sólo 7.000. De hecho, no se por qué tengo que pagar con mis impuestos ni una sola FIV.
La fecundación asistida es una de las dos trampas en las que suelen caer 'los buenos'. La otra son los anticonceptivos.
Respeto a la píldora, la confusión habitual consiste en que el anticonceptivo es una buena barrera contra el aborto quirúrgico. Para entendernos, existen tres tipos de anticonceptivos en el mercado, y los tres son abortivos; componen lo que, en buena definición, ha dado en llamarse aborto químico.
El primero es el de siempre, la píldora. Su efecto es doble: actúa contra la fecundación pero, como a las multinacionales farmacéuticas no les gusta fallar, si no evitan la concepción actúan tras la fecundación, con un barrido que termina con el nuevo ser con código genético individual y distinto del padre y de la madre. Es decir, todos los anticonceptivos que se venden en las farmacias y se prescriben en las consultas son potencialmente abortivos. Puede que sí o puede que no.
Luego está la Píldora del Día Después (PDD), que no es más que un anticonceptivo de emergencia, es decir, que actúa en las 72 horas siguientes al coito, impidiendo el nacimiento de un nuevo ser (ahora ya hay PDD que actúan durante cinco días, con lo que sus diferencias con la píldora son cada día más difusas). La PDD es, por las mismas razones, potencialmente abortiva. Si se ha producido concepción la postcoital resultará abortiva; si no, claro, pues no.
Píldora abortiva: es como un anticonceptivo pero a lo bestia. Tanto es así que el PP -que fue quien lo introdujo en España, no el PSOE- sólo lo permitió en hospitales, no vaya a ser que la píldora abortiva -no confundir con la PDD- mate al niño y, al mismo tiempo, a la madre.
En definitiva, todos los anticonceptivos que se toman son abortivos, sólo que son aborto químico; no son un remedio frente al aborto quirúrgico, aunque éste sea más visible que aquel y por eso nos impresiona más.
Vamos ahora con la Fecundación In Vitro (FIV). Para aclararnos, la FIV es una aberración contra la vida que, encima, se vende como un instrumento para "dar vida". Tiene bemoles, la copla.
La FIV consiste en hormonar a la señora -sí, como a una vaca- para que ovule más de lo que la naturaleza se lo permite y de masturbar al varón. Así, se mezcla el semen con el óvulo en un tubo de ensayo, se agita convenientemente y se le introduce a la mujer, como a las vacas, para que se desarrolle dentro.
Por cierto, el semen puede ser de su pareja o de cualquier otro. Y también se puede introducir el embrión, no a la madre sino a una tercera, como vientre de alquiler. Pregunten a Miguel Bosé, que sabe mucho de eso.
Pero la salvajada FIV no termina aquí. A la mujer se le insertan varios óvulos fecundados, es decir, embriones. Imagínense que se le han introducido cinco y que la operación ha sido un éxito total: quintillizos. Pero claro, la señora, o la pareja, no quiere tener cinco niños de golpe, y entonces el doctor le dice: "Usted tranquila, abortamos a cuatro y se queda con el más viable, que va a ser un tipo fortachón". Esto es: hemos hecho cuatro abortos.
De postre, como a los embriones sobrantes -es decir, aquellos que no se han introducido en la señora- se les congela, no vaya a ser que la FIV fracase y nos perdamos la oportunidad de cobrarle una segunda factura cuando la susodicha lo vuelva a intentar. De ahí han salido los embriones crioconservados, los famosos embriones sobrantes, que se utilizan como cobayas de laboratorio sin que hasta el momento hayan servido ni para curar un resfriado. Y no sólo al ministro de Zapatero, Bernat Soria. El ministro de Rajoy, Luis de Guindos, con su inefable Carmen Vela, secretaria de Estado de investigación, acaba de ofrecer más subvenciones para "investigar" con esos embriones sobrantes de la FIV, es decir, para cargarse embriones con fines terapéuticos. Por el momento han provocado tumores.
Así que no caigamos en la trampa: todos los anticonceptivos del mercado actual sólo pueden ser abortivos. La FIV también lo es, pero, además, ha creado la mayor estafa científica de la historia, con los embriones-cobayas.
Por favor, los defensores de la vida no debemos ser lelos, ni caer en la trampa de que, por ser habitual y omnipresente, los anticonceptivos o la FIV son mejores que el aborto. Es lo mismo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com