El Gobierno Zapatero ha aprobado el proyecto de Ley de memoria histórica, se trata de honrar a las víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo. Naturalmente, se honra, subvenciona y desentierra a las víctimas republicanas de la Guerra Civil, no a las víctimas de los republicanos durante la Guerra Civil y durante la II República. Es decir, que no estamos en la concordia y en la justicia, sino en el morbo y en la venganza.

Naturalmente que se cometieron atrocidades por parte del bando franquista. Ahora bien, quienes apoyan esta Ley de memoria histórica, absolutamente innecesaria y sumamente peligrosa, consideran exactamente lo que consideraban los jerarcas franquistas recién terminada la cruel contienda: que existían matanzas justificadas y otras que no lo eran tanto. Cambian los nombres, pero el principio no. Es más, la filosofía de la norma, es decir la filosofía que alimenta al Gobierno, es que las víctimas del bando republicano eran inocentes por el hecho de que pertenecían a un régimen democrático, mientras que las víctimas del bando nacional eran culpables, porque contribuyeron a crear una dictadura. Ahora bien, la historia no juzga sistemas sino personas, y los sistemas, por muy democráticos que sean, no justifican lo que hacen sus ciudadanos.

Pero es que hay más. El problema de la II República Española es el mismo que ocurre ahora con el ataque israelí al Líbano, al menos a efectos de juicios éticos: ¿Quién empezó?

Es cierto que Israel se está equivocando matando moscas a cañonazos y bombardeando desde el aire, es decir provocando la muerte de inocentes. Ahora bien, no podemos olvidar que han sido Hamás y Hezbolá quienes comenzaron a matar, y quienes están utilizando, como siempre hacen los terroristas, a los civiles como escudo y como coartada. No es ningún secreto que los fanáticos musulmanes, desde el Magreb hasta el creciente fértil utilizan a mujeres y niños, sus mujeres y sus niños, para alimentar el fuego el Holocausto y para mostrar al mundo libre lo pérfidos que son sus enemigos.

Con la Guerra Civil española sucedió algo similar. Fueron los republicanos los que empezaron a asesinar inocentes, y esto en pleno régimen democrático. Es más, los asesinos de la muy democrática II República eran, precisamente, los que en nombres de ideologías marxistas o anarquistas, pretendían terminar con el sistema democrático.

Ayer y hoy, porque cuando el pleno siglo XXI, setenta años después de comenzada la guerra, los manifestantes republicanos siguen rodeándose de los mismo símbolos totalitarios que, pongamos por ejemplo, durante la revolución de Asturias de 1934. Vivas al comunismo y cantos de la Internacional (por otra parte, insisto, un himno precioso).

En resumen ¿Puede calificarse de democracia un país como el Líbano donde un partido controla y tiraniza una cuarta parte del territorio, donde almacena quince mil misiles? ¿Puede calificarse de democrático un país como la España de 1931 donde los milicianos de UGT y de la FAI campaban a sus anchas por las calles de Madrid y Barcelona y torturaban y asesinaban sin que el Gobierno moviera un dedo para pararles los pies? Sí, tanto la España de 1931 como el Líbano de 2006 son regímenes democráticos, pero eso no consuela a los asesinados por ellos, ni disculpa a sus asesinos, que no merecen honra alguna.

Y así, la peculiar y sectaria memoria histórica de Rodríguez Zapatero, no hace otra cosa, que elogiar y subvencionar un sistema totalitario del cual el mundo se libró en 1989. El mundo, que no el cerebro del presidente del Gobierno español, un hombre del que puede recitarse el viejo aforism Tiene pocas ideas, pero confusas y muy arraigadas.


Eulogio López