Se suele entender por Dejà vu como esa impresión de que habías vivido anteriormente una determinada experiencia o que ya conocías a alguien que acaba de serte presentado. Realizada esta aclaracíón, hay que matizar que Dejà vu, la última película de Tony Scott, todo un especialista en cine de acción y suspense (Enemigo público, Spy Game etc) también provoca esa sensación.
Para los cinéfilos Dejà vu es un claro cruce entre Laura de Otto Preminger y Minority Report de Steven Spielberg. Así, un agente que investiga un cruento atentado contra marines de los EEUU se enamorará de una mujer asesinada tras cuyo homicidio puede encontrarse la pista del asesino de la masacre. Para resolver ese crimen, este policía utilizará una innovadora técnica de imagen que le permitirá revisar e, incluso, cambiar el pasado de esa atractiva mujer.
Calificada por la distribuidora (Buenavista/Disney) como un thriller sobrenatural (yo diría más de acción ciencia ficción), la última producción de Jerry Bruckheimer, en su primer fin de semana de estreno en España, ha arrasado en taquilla (de 1.825.000) lo que provoca una clara conclusión: al parecer el público perdona saltarse todas las coordenadas de espacio/tiempo siempre que el producto esté bien rodado y sea entretenido. Vamos, que traga con lo increíble.
Dejà vu se estrenó el pasado viernes 1 de diciembre