El nuevo Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) está politizado: el PSOE nombrado a 9, el PP a otros nueve, a CIU le ha tocado uno y a PNV le ha tocado otro.

Y para demostrar que no están menos politizados que los dos grandes los nacionalistas catalanes han optado por un ex senador y los nacionalistas vascos por una ex diputada.

Son juristas de reconocido prestigio, nombrado, según parece, por eso, por su prestigio. Ahora bien, resulta que prácticamente todos los nombrados por el Gobierno, perdón, a instancias del PSOE, vienen de Jueces para la Democracia (JpD) o de la Asociación Progresista de Fiscales (APF) mientras los nombrados por el PP proceden de la APM.

¿En qué se diferencian los progresistas de los conservadores? Se lo voy a explicar: los progresistas, como su mismo nombre indica, con los que dicen que el aborto es bueno, los curas malos y los homosexuales santos. O sea, son los del "abajo los curas y arriba las faldas".

Los conservadores, que para eso son españoles, con alguna que otra excepción, piensan lo mismo que los progresistas en las materias enunciadas, pero sin radicalismos -lo que hace realidad aquello de que no se puede estar un poquito embarazada o ser un poquito maricón- pero, sobre todo, se caracterizan por tenerle mucha manía a los catalanes y a ZP, ésta última animadversión bastante comprensible.

La verdad es que a mí me preocupa muy poco la politización de las instituciones. En España todo el mundo tiende a politizarse, entre otras cosas porque nadie acepta la rectitud de intención del otro. Hasta las cajas de ahorros, donde se suponían iban a manar los impositores, estos acabaron por agruparse en listas controladas por los partidos, de la misma forma que Jueces para la Democracia (JpD) es del PSOE.

Pero a mí no me preocupa la politización, sino el sectarismo. Los jueces, el colectivo mas corrompido ideológicamente, es decir, el más sectario, mucho más que los políticos, tiene mal remedio. Apostemos por algunas soluciones o parches:

Revitalizar y ampliar las funciones del jurado popular. El pueblo tiene menos prejuicios que los jueces y fiscales. No olvidemos que si a algo temen los poderes políticos, económicos y editoriales es a un jurado, y lo que más teme Juan Español es a un juez.

Segundo, que si no es posible evitar que los nombramientos de los vocales del CGPJ y del Tribunal Constitucional que provengan de los partidos al menos se exija el nombramiento de vocales cuyo próximo escalón laboral sea la jubilación forzosa. Edad mínima: 60 años.

En cualquier caso, lo mejor es la justicia popular: jurado y elección de jueces y fiscales. De la misma forma que elegimos diputados y senadores. De otra forma seguiremos oyendo lo que ahora graznan socialistas y populares: que ha sido un consejo "neutral y equilibrado". En efecto, neutral, que significa no comprometido con la justicia, y equilibrado, es decir, repartido entre el PP y el PSOE para manipular la justicia.

Neutral y equilibrado, es decir, injusto.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com