El Gobierno Zapatero ha aprobado, en la mañana del viernes 29, la experimentación con embriones sobrantes de la fecundación in vitro. El matadero científico ha comenzado. Dicen los comentaristas políticos adictos al Sistema que en algunos medios católicos se está describiendo a Zapatero como una especie de anticristo con sonrisa. Esto es una feroz calumnia: nadie, cristiano o comecuras, puede creer que el presidente del Gobierno español tenga la categoría intelectual que se presupone a ese personaje predecido en el Apocalipsis. De cualquier manera, no hay Consejo de Ministros en el que no se arree un palo a los cristianos, por lo que la postura de estos comentaristas recuerda aquello de Gila: Si no sabe aguantar una broma, márchese del pueblo.

Para mí que Bernat Soria, arquetipo del neurocientífico alabado por el pensamiento orgánico (más orgánico que pensamiento), debe ingresar cuanto antes en la Secta o Iglesia de la Cienciología. Lo suyo, y lo de todos los suyos, es la Dianética de Ronald Hubbard, un profeta-científico, es decir, un tipo tremendamente peligroso como profeta y tremendamente soso como científico.

Hubbard proclama el poder del pensamiento sobre el cuerpo, lo que recuerda aquel dicho que antes se consideraba el lema de los homosexuales pero que ahora no resulta políticamente correcto rememorar (eso quiere decir que se recuerda en todo sitio y lugar salvo en los medios informativos): Lo importantes es el espíritu, y al cuerpo que le den por.

No es broma, los prestigiosos científicos (PC), empeñados en ser como dioses, en destrozar embriones, los Margarita Salas, Bernat Soria, Juan Carlos Izpisúa, etc, están en la misma línea que los cienciólogos. Los PC hablan de alma neuronal, que es la forma con la que el materialismo desesperado trata de encontrar algo que permanezca en el tiempo más allá de la muerte, aunque se traten de unas curiosísimas neuronas increadas. En definitiva, jugando a ser dioses, los destripa- embriones tratan de soslayar la pregunta maldita, la primera de las grandes preguntas, la insoslayable: ¿Por qué existe algo? Y lo único que se les ocurre es convertir a las pobres neuronas en alma.

Los cienciólogos hacen lo mismo, pero al revés. La Iglesia de la Cienciología lo espiritualiza todo, especialmente la mente, que se supone es ese nexo intermedio entre el cuerpo y el espíritu. En otras palabras, los cienciólogos no niegan el espíritu, lo que niegan es el cuerpo, una teología tan herética como el materialismo, lo menosprecian y lo consideran arcilla maleable en manos del dios mental al que adoran, que no es más que ellos mismos. Reconozcámoslo: a cualquier modelo, o a cualquier estrella de la pantalla, le encanta ser como dioses. Por eso, el teólogo más profundo de la cienciología es Tom Cruise.

Unos y otros, los prestigiosos científicos y los cienciólogos, prescinden del Dios creador, sin darse cuenta de que, ¡horror de los horrores!, al prescindir de Dios creador están también prescindiendo del Dios Padre. Parecen muy distintos, pero la verdad es que son como dos gotas de agua. Lo de menos es que los unos sean menos folclóricos que los otros, aunque lo del alma neuronal es aún más ridículo que la Dianética del amigo Hubbard. Lo importante es que ambos intentan sustituir al Insustituible, y por eso resultan tan horteras.

Ni unos ni otros creen en el más allá y se tienen que conformar con un más acá un tanto pedestre: Los prestigiosos científicos, para obtener el reconocimiento de un editorial de El País; los otros, los cienciólogos, para compartir una experiencia, espiritualísima, con Tom Cruise.

Además, los titulares son importantes, y está claro que la fusión entre los PC destroza-embriones, tan preocupados ellos por curar la diabetes, deben fusionarse cuanto antes con los cienciólogos, para crear una nueva iglesia, ciencia, corriente cultura y antropología cívica: La Diabética. El poder de las mentes curará la diabetes, el parkinson, y hasta el mal de ojo. Y Tom Cruise protagonizará una película al respecto. Penélope Cruz no estará en el reparto porque no entiende nada ni de almas neuronales ni de cienciología, lo que demuestra que, podrá tener muy mala uva, pero tonta no es.

Además, esta fusión filosófica tendría otra virtualidad: la de convencer a los pobres diabéticos que una panda de sinvergüenzas les están utilizando para satisfacer su propio ego.

Eulogio López