Ahora bien, el pecado de las constructoras es el apalancamiento, un endeudamiento excesivo, ojo, no para invertir en infraestructuras en cuyo caso, bienvenido sea- sino para comprar empresas. No se invertía, se copaba poder a costa de la deuda que con tanta prodigalidad otorgaban los bancos.
Las entidades daban dinero al 2%, no para crear empresas, sino para comprar compañías ya en funcionamiento, con sus puestos de trabajo ya creados, y que otorgaban una rentabilidad por dividendo superior al 3%. Cuando llegó la crisis, todo se vino abajo.
Ahora llega el problema: ACS, Sacyr y Ferrovial, están sobre-endeudadas. Acciona vive bien pero gracias al pelotazo de Endesa, que ha acabado con una empresa estratégica española en manos de don Silvio Berlusconi y que obviamente trata de amortizar el dinero gastado reduciendo las inversiones de la propia Endesa y vendiendo activos. Florentino Pérez especuló con Endesa y ahora especula con Iberdrola y con Abertis, poniendo en peligro la estabilidad de ambas. Ferrovial se lanzó a la compra de BAA, y ahora mantiene la deuda más importante de todas. Sacyr hizo lo propio con Repsol y ahora se está cortando brazos y piernas para pagar deudas. Las más saneadas son OHL y FCC, aunque ésta última tiene un problema por la quiebra no reconocida de los ayuntamientos españoles. Sin duda el mejor balance lo tiene la mencionada Abertis siempre que ACS no meta en el accionariado, para sus especulaciones eléctricas, a esas termitas que son los fondos de capital-riesgo.
Isolux tiene una buena estructura de negocio pero su pecado es otro: apostó por la energía solar y la energía solar es un negocio que vive de las subvenciones públicas. Y por cierto, José Manuel Entrecanales ha entrado por la misma y peligrosa vereda, sólo que él puede permitírselo, dado el pelotazo que pegó en Endesa con cargo a todos los españoles.
No hay que engañarse. La construcción necesita una cura de adelgazamiento y un cambio de modelo, que consiste en volver a hacer lo que siempre hicieron hasta esta primera década maldita del siglo: crear riqueza, no copar poder. Es decir, colaborar al bien común, no aumentar su poderío
Eulogio López
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