Una investigación llevada a cabo por el Instituto argentino de tecnología agropecuaria (INTA) ha puesto de manifiesto que el monocultivo de soja reduce entre un 20 y 30% el carbono o materia orgánica en el suelo, lo que impacta a largo plazo en su rendimiento.
Los monocultivos, aún bajo siembra directa, generan una importante pérdida de suelo y reducen la productividad debido a la pérdida de nutrientes y carbono. La soja es una gran consumidora de nitrógeno, fósforo, potasio y azufre, que los extrae del suelo y aporta muy poco residuo a cambio.
Los investigadores han recomendado adoptar la rotación de cultivos con pastos ya que además de asegurar una cobertura de residuos permanente aporta un 24% de carbono orgánico en los primeros 20 centímetros del suelo.
El carbono procede de residuos de cosechas, restos microbianos y micro fauna, lo que garantiza la calidad y productividad del suelo. Según los investigadores, las pérdidas de materia orgánica, debido al mal uso de la tierra, son difíciles de detectar ya que se producen muy lentamente con daños, a veces, irreparables.
Muchos de nuestros suelos padecen de eso, y es que en época de los romanos ya los cultivaban.
Domingo Martínez Madrid