Gómez Roldán será el primer ejecutivo del nuevo Abbey. El gran peligro es que se derrumbe la acción en las próximas semanas. No hay fusiones, sólo absorciones. SCH-Abbey se convierte en el octavo grupo bancario mundial por capitalización.
La operación del Abbey es una compra, no es una fusión. La teoría de Emilio Botín está muy clara: las fusiones son un desastre porque no crean valor, al no tener una dirección única y efectiva. En definitiva, el que compra manda, y sólo puede mandar uno, no dos. Por tanto, el Santander entra en tromba en Abbey y no se hable más. Una periodista británica comenta en voz baja: En el Reino Unido no va a gustar que gestores españoles lleven el Abbey. Desde luego que no. Financial Times ha hecho campaña contra la entrada de unos españolitos en el corazón de la City. Por la misma razón por la que un inglés no matrimoniaba con una india (y aún hoy cuesta conseguir esos inicios de mestizaje), la City no está dispuesta a admitir que el SCH se haga con el primer banco británico y, no lo olvidemos, con la segunda mejor cartera hipotecaria del Reino Unido, el tercer mercado bancario del mundo y la segunda city bursátil.
Pues bien, para vencer resistencias, Botín ha llegado a una solución salomónica: Lord Burns, antiguo secretario del Tesoro británico, seguirá siendo el presidente de Abbey, pero el nuevo consejero delegado de la entidad inglesa es Francisco Gómez Roldán, el hombre de confianza del consejero delegado, Alfredo Sáenz. En otras palabras, todo muy botiniano : se mantiene el enlace con la aristocracia financiera y política británica (presente en la Junta extraordinaria celebrada en la mañana del jueves 21 en Santander), pero la gestión queda en manos españolas desde el primer momento. Sí, todo muy botiniano.
Además, Juan Rodríguez-Inciarte se reconcilia con el presidente Botín. Ha sido él, el hermano del vicepresidente, Matías, quien gestó la operación y Botín no dudó en felicitarle delante de los accionistas. Quedan atrás los días en que Juan Rodríguez-Inciarte fue preterido como responsable del grupo industrial. Eso sí, no ha conseguido el premio gordo, que consistía en volver a la línea ejecutiva y dirigir, con categoría de consejero delegado, el sector europeo del banco. Sáenz es mucho Sáenz, y la partición de la Consejería Delegada no la ha conseguido ni tan siquiera Francisco Luzón, consejero de la entidad, ex presidente de Argentaria, que lo pretendía para Iberoamérica.
Del blanco al negro. Si Rodríguez-Inciarte ha sido rehabilitado, la referencia de Emilio Botín en su discurso a la salida de su hermano Jaime fue funcionarial, tecnocrática, casi gélida: Quisiera hacer referencia a la decisión de don Jaime Botín de dejar el Consejo, después de muchos años en los que ha contribuido de manera muy destacada al desarrollo de sus funciones. La verdad es que Jaime Botín no era partidario de la operación Abbey. Le sustituye Javier Botín, por lo que ya son tres los hijos de Emilio Botín que figuran en el máximo órgano de gestión del banco.
Respecto a la operación de ampliación de capital para absorber a Abbey, el SCH emite 1.511 millones de acciones nuevas del Santander, un 24% del capital. Los accionistas del Abbey recibirán una acción nueva del Santander más un dividendo de 31 peniques. En efecto, el Santander se convierte en el octavo banco del mundo por capitalización o valor bursátil. Ahora, el peligro consiste en que la cotización de la acción se desplome, debido a la profusión de papel, a la huída de los accionistas Abbey o a la capacidad de generación de beneficios para dividendar la masa accionarial resultante.
Por cierto, Botín, al igual que Repsol, Telefónica, y, sobre todo, BBVA, insiste en la práctica de anular el derecho de suscripción preferente de los accionistas, una fórmula ya generalizada en la gran empresa española, refrendada por las reformas legales de Rodrigo Rato, bastante equívoca, y que convierten al pequeño accionista en víctimas de los grandes accionistas. El gran luchador en este punto, José María Trevijano, nada que ver con Rafael Pérez Escolar, participó en la Junta de Accionistas, sin obtener mas que el silencio consabido ante una de las prácticas más impresentables del actual capitalismo español, donde las grandes bancos y empresas no están en poder de los accionistas, sino de las tecnoestructuras.
Una cuestión más. Uno de los accionistas, Camilo Soler Checa, precisó que estamos comprando por 12.000 millones de euros un banco en pérdidas. En efecto, el Abbey tiene problemas y SCH va a tener que invertir mucho en reflotarlo, y en hacer que su cuota de mercado, realmente importante, resulte rentable. La cuestión no es sencilla.
En definitiva, el SCH ha comprado caro. El coste de oportunidad quizás lo exigía, pero se trata de un reto que produce un cierto escalofrío. Especialmente si consideras que el año 2005 va a ser clave en la integración y que va a ser el año que Emilio Botín se pasará sentado en el banquillo de los acusados por el caso de las cesiones de crédito y de las indemnizaciones de Amusátegui y Corcóstegui, especialmente por el primero. Es igual, para Emilio Botín el banco sigue su curso como si no ocurriera nada los sumarios no tienen nada que ver con el negocio.
Y a todo esto, lo más divertido es que el objetivo número uno del SCH en Europa no era el Abbey, sino el San Paolo-IMI. Precisamente, el presidente de San Paolo animaba al Santander a aumentar su participación en la entidad italiana, participación que está fijada en el 8,7%. A este respecto, Botín afirmó que para ello se necesita un acuerdo de todos los socios que componen el núcleo duro del banco italiano. Requisito al que abría que unir otro más: que el Banco de Italia dé su visto bueno.