No hay peor cosa que cuando alguien, llamémoslo así, "anticuado", quiere ser de golpe "moderno". Por lo general, para no ser criticado lo que hace es irse al extremo opuesto, pecando así de extravagancia. Eso, llevado a la política, es lo que está sucediendo en Chile con el presidente Piñera y su intención de presentar un Proyecto de Ley en favor de los matrimonios homosexuales.
Para evitar las críticas internacionales y de los lobbies gays, que de cara a la opinión pública son demasiado graves, se ha ido al otro extremo y defiende ahora esa ley que reconocerá "el debido respeto" y la "dignidad" de las uniones homosexuales.
Como siempre entre los políticos las cosas se mueven entre aguas templadas, y nadie en Chile quiere mostrar su rechazo. Así lo explica muy bien la organización Acción Familia del país andino. En su manifiesto describe la situación en la que se encuentra el país: ¿ceder para no perder? O ¿luchar para no perder? Lo que está claro es que si ninguno de los políticos enarbola la bandera de la defensa de la familia (la de siempre, la de toda la vida), se acabará dando una cesión, pero para perder.
Juan María Piñero
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