Reconozco que me he quedado perplejo. La primera noticia la tuve en la mañana del miércoles 21, en la voz del comentarista Fernando Jáuregui, en Radio Nacional: "El cardenal de Sevilla, monseñor Amigo, se muestra comprensivo con el matrimonio gay". No me alarmé: Jáuregui es uno de esos tipos abiertos y pluralistas, que sobrevive a todo tipo de regímenes, que ha cobrado durante ocho años de aznarismo de la radio y la televisión públicas sin inmutarse. Uno de esos periodistas progresistas y liberales (no es una reiteración, liberal es todo aquel que lucha por un progresismo lucrativo), tan pluralista que ha realizado la transición entre una Radio Nacional donde los insurgentes iraquíes eran terroristas a otra, en cuestión de horas, donde los tales se habían convertido en "resistentes". Es decir, uno de esos periodistas que divide el mundo entre fascistas y progresistas. Él está con los buenos, que no necesito especificar quiénes son, y el resto resultamos bastante cavernícolas. Así que, con aire cansino, nos explicó que "hasta" el cardenal Amigo se muestra ahora "comprensivo" con el matrimonio gay.
Así que me quedé tranquilo. Luego me eché a las manos el diario gratuito 20 Minutos, y la cosa comenzó a preocuparme un poco más. Titular de portada de 20 Minutos: "El arzobispo de Sevilla (no hacía falta citar el nombre, aquí lo que importa es el cargo) apoya los matrimonios homosexuales". En este caso, siempre conviene acudir a las comillas, para descubrir posibles manipulaciones, alteraciones o, como se dice ahora, en horrísona jerga académica, descontextualizaciones. Y esto es lo que leo: El cardenal Carlos Amigo Vallejo apostó por el "apoyo y regulación civil de la familia, aunque no sea de hombre y mujer". El franciscano Amigo Vallejo reconoce que existen muchas formas de familia y apuesta por "respetar que cada una tenga su identidad, porque hay convivencias de hecho que tienen que ser reguladas de alguna forma y que haya cierta regulación civil, lo que no quiere decide que tengan que estar formuladas por un hombre y una mujer".
Podría haber pronunciado cualquier frase, cualquiera, menos la que utilizan los enemigos de la familia, aquella que ni por un momento deben citar sus defensores: Los distintos tipos de familia. El gratuito 20 Minutos (insisto, más leído que El País) dictamina que
La cosa ha acabado en un comunicado de rectificación de Monseñor Amigo, que, como suele ocurrir con las rectificaciones, complica aún más la cuestión. Quizás sería más simple decir que se equivocó, pero no: el cardenal afirma que nunca ha pretendido "equiparar el matrimonio canónico contra otras formas de convivencia". Lo que, a su vez, ahonda en la tercera derivada de tanta gente bienpensante: ¡Ah, claro, ahora lo entiendo! Es que una cosa es los que se casan por
Y todo ello nos lleva a la eterna conclusión de Chesterton. Paseaba el entonces ateo escritor inglés por el centro de Londres cuando entró en una iglesia católica, donde los fieles escuchaban misa. Cuando salió del templo, se hizo la siguiente reflexión: "No cabe duda, esta es
Entiéndanme, me consta que monseñor Amigo es un hombre sabio y con una cabeza. No dice tonterías, pero, como tantas otras cabezas soberanas, son incapaces de adecuarse al ritmo trepidante de una entrevista periodística, una especie de lenguaje telegráfico, porque los periodistas siempre hablamos en titulares. Por eso, cuando no se domina el metalenguaje informativo, lo mejor es callarse, o rodearse de buenos asesores que le enseñen a transitar en esta peligrosa jungla de la sociedad de la información. De otra forma, todos los cabrones que en el mundo han sido (no, no me refiero al señor Jáuregui) aprovecharán que el Pisuerga pasa por Valladolid para organizar una regata de traineras.
Porque Monseñor, con todo respeto, no es la primera ni la segunda, ni… Si usted afirma que el infierno puede estar vacío, acabará provocando lo de aquel agnóstico, que manifestaba lo siguiente: "Entonces no me convierto. Lo único que faltaba es que me encontrara en el Cielo con todos los miserables que he intentado evitar aquí". Y si usted manifiesta que el Tesoro Público (bueno, en Andalucía el erario público es más bien el tesoro privado de don Manuel Chaves) debe financiar las operaciones de cambio de sexo, pues puede haber quien no acabe de comprender el mensaje.
También se atribuye al cardenal Ratzinger (como casi todo, últimamente) aquella anécdota del buen pastor quien, tras buscar a la oveja perdida durante tanto tiempo, y con tanto afán, volvió con ella sobre sus hombros… y se encontró con el aprisco vacío. Las 99 ovejitas buenas se habían largado. Tenga usted cuidado, monseñor Amigo, no vaya a ser que las calles de Sevilla se llenen de rebaños a la fuga.
Eulogio López