Sr. Director:
Los católicos nos hemos metido tanto en el mundo, tanto nos ha absorbido este, que nos hemos liado como un gatito en un ovillo de hilo y no sabemos como desenredarnos.
Estamos aceptando como normales y lícitas prácticas nunca toleradas: Domingos y Festivos los dedicamos a cualquier actividad excepto a Dios: compramos, vendemos, trabajamos, nos divertimos y apenas si vamos a misa. Ayunos y abstinencias han quedado limitados a un "paripé"; la confesión casi ha desaparecido, los ataques furibundos a la familia, al matrimonio, a la enseñanza, al mismo Cristo y a María están a la orden del día. Las blasfemias más bajunas y animalesca campan a su aire. Abortos , sexo, divorcios, pildoritas y otras gaitas son el pan nuestro de cada día. Y todo esto, ante la pasividad de los "buenos" y el silencio de los corderos (gente pacífica), única razón del avance del mal en el mundo.
Dicho de otra forma: "Para que avance el mal en el mundo, basta con que los buenos no hagan nada" Cada cuatro años elegimos nuevos gobernantes de la Nación, Comunidades y Ayuntamientos. En estas elecciones nos jugamos con frecuencia el ser o no ser como católicos. Aceptamos sugerencias y consejos de las fuentes más peregrinas menos las del Papa, que son las que más nos deberían de obligar. ¿ Y que dice el Papa? En esta ocasión el Papa, Benedicto XVI, tras el Sínodo dedicado a la Eucaristía, nos lo ha dejado claro: como periodista por su capacidad divulgativa, y como Filósofo por su profundidad, porque acude a las causas últimas. Las últimas "fuentes" autorizadas datan del 30 de marzo del 2007. (Exhortación Sacramentum Caritatis, núm. 83) Eulogio López en Hispanidad.com del 2007-04-30 publica un largo artículo que por su interés comentamos a continuación: El voto católico en España sigue marcado por el mal menor y no por el bien posible. Este es un tópico que habrá que pensar en desterrar. De ahí que, en cuanto se aproxima un periodo electoral, se reproduce el mismo debate: ¿A quién debe votar el católico? Es en estos momentos cuando conviene acudir a las fuentes. "La llamada coherencia eucarística- coherencia entre vida y religión- a la cual está llamada objetivamente nuestra vida vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como la defensa y el respeto de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables"
En consecuencia: La religión no es asunto privado. Conviene recordar aquello de "quienes me negaren delante de los hombres…." Por lo tanto, despejemos, de entrada, la supina memez de que mi credo y mi voto son dos realidades distintas y distantes. Benedicto XVI no apela a las posibilidades electorales ni al voto útil, sino a la coherencia de vida. Exige para todos los bautizados "testimonio público de la propia fe", y muy especialmente para los políticos. El Papa aclara que hay cuatro valores no negociables: la vida –y especifica: desde la concepción hasta la muerte natural-, la familia formada por hombre y mujer, la libertad de los padres para educar a sus hijos como consideren conveniente y el bien común. Insisto: valores no negociables. Así que apliquémonos el cuento, no pensando en ganar las elecciones sino en vivir "el martirio de la coherencia". Trasladada a cualquier parte de España esto indica que un católico no debe votar a los políticos de izquierdas, ni de derechas, ni de centro si se dedican a repartir la Píldora abortiva del Día Después entre adolescentes y a espaldas de sus padres, además de oficiar "matrimonio" entre homosexuales. Ni quien financia con similar entusiasmo –y con dinero público- uno de cada cinco abortos perpetrados en Madrid, la ciudad más abortera de ese paraíso del aborto en el que se ha convertido España. Ni debemos votar a los que por libertad de enseñanza entienden cualquier cosa menos lo que se entiende en Europa. El resultado está a la vista. Respecto al bien común, ¿ Quién han llevado a cabo una política de vivienda que sirva para que los jóvenes formen un hogar y se puedan independizar de sus padres, casarse, formar una familia y tener hijos?
Hoy día, España se encuentra en un momento crítico de su historia, negros nubarrones amenazan por el horizonte. Una gran mayoría de votantes tanto de izquierdas como de derechas o de centro somos católicos y no nos vemos representados por unos gobernantes dudosamente democráticos- unos más y otros menos- . Tras las directrices del Papa un católico no debe votar a ningún de los partidos de izquierda que atacan frontalmente las enseñanzas cristianas, pero tampoco a partidos de centro-derecha con algunos de sus principales dirigentes que anteponen el voto a sus creencias. Habrá que buscar o crear alternativas. Mientras tanto, los "valores no negociables" del Papa están ahí, exigiéndonos coherencia. Antes de votar, especialmente a nivel local y Autonómico, tendríamos que preguntar a los políticos del PP por sus intenciones al respecto. Lo que está claro es que, después de las palabras del Papa, el voto útil no sólo es negativo para un católico: es inmoral. No vale presumir de tener una mente abierta para ir contra nuestros ideales. Chesterton decía: "Tener la mente abierta es como tener la boca abierta: un síntoma de estupidez". También confiamos en que Gandhi no tuviese razón cuando afirmaba: "¡Qué bello es el cristianismo, si no fuera por algunos cristianos !"
Alejo Fernández Pérez
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