En 2009 la opinión pública brasileña estaba encendida tras conocerse que algunos diputados brasileños habían regalado billetes de avión salidos de los fondos públicos.
Los miembros de la cámara tenían derecho al pago de sus desplazamientos por trabajo, pero utilizaron los billetes para que familiares, amigos y amantes se fueran de vacaciones por la cara. El periodista Carlos Prates denunciaba en mayo del pasado año el abuso, que convierte a los contribuyentes en pringados y a los diputados en unos cabrones.