De hecho, los altos cargos del Ministerio de Cultura ni hablan con Exteriores. Ambos quieren controlar la promoción de la cultura española, y especialmente de la lengua castellana en el mundo, a imagen del modelo francés, que subvenciona colegios, academias, exposiciones, etc, a través de su red de embajadas.

Moratinos quiere controlar esa área, Carmen Clavo también.