Sr. Director:
Al cumplir mis padres sus bodas de oro les obsequiamos con un cuadro que, por la mano de un buen amigo, representa el árbol genealógico que ellos plantaron.

Sobre su fotografía crece un grueso tronco del que salen 8 ramas que, unidas a otras tantas/os, desarrollan otras 45, que son los nietos.

Hoy, 23 años después, la cuarta generación cuenta con 68 miembros y en aumento. Es, pues, a sus 73 años, un árbol comparable a los milenarios ejemplares sequoia de California.

Ante la sociedad en que nos está convirtiendo el PSOE -"ecologistas" ellos, a favor de lo que sea menos de la vida humana- pienso que las próximas generaciones no podrán tener un árbol genealógico como el descrito; y no es algo baladí que al pie del árbol haya una foto de 2 hombres ó 2 mujeres, o uno de ellos/as y un frasco de semen no se sabe de quién.

El ser humano necesita conocer sus raíces, sus señas de identidad, porque lo contrario crea una gran desorientación y falta de equilibrio, con graves consecuencias síquicas.

La manipulación genética, el aborto, los bancos de semen o la congelación de óvulos fecundados es comparable a la desaparición de grandes bosques, pero inmensamente más grave porque hablo de árboles humanos.

Amparo Tos Boix

sanchotos@telefonica.net