Benedicto XVI, a cambio, aconsejó al hombre más poderoso del mundo que la vía diplomática era mejor que la bélica para solucionar los conflictos. No fue tan duro como Juan Pablo II, que fue durísimo con el presidente gringo, pero le recordó que la guerra no es el camino, y le recomendó la diplomacia.
Y es que lo que se le achaca a George Bush no es que no luche contra el terrorismo islámico o de cualquier otro signo. Es más, eso es lo que los europeos, cobardones y esquivos, debemos aplaudir de Estados Unidos, un pueblo que todavía crece en su civilización y que no está dispuesto a confundir respeto con cobardía ni a ceder ante el chantaje de Oriente... como hace la vieja Europa. Un pueblo que está dispuesto a defender sus ideas, por contraste con los europeos, que en cuanto ven peligrar su bienestar llaman en su ayuda al denostado ejército norteamericano.
No, lo que se le reprocha al actual inquilino de la Casa Blanca es que para luchar contra el terror mate moscas a cañonazos. Para luchar contra Ben Laden no se podía meter a los marines en Iraq, porque miren la que han armado.
Respecto al asunto de la pederastia: el único diálogo que busca la verdad es el privado. El diálogo o debate público sólo está hecho para vencer al contrario. Salvo cuando se trata de la Iglesia, que por mor del injuriado sentimiento de culpa, es capaz de pedir perdón. Lo ha hecho Benedicto XVI al recordar que el escándalo de la pederastia de una pequeña porción del clero norteamericano es un escándalo que se "gestionó mal". No es que haya más pederastia dentro que fuera de la Iglesia católica, todo lo contrario. Simplemente es que la Iglesia intenta vivir como peina mientras el mundo piensa como vive. La Iglesia sí se arrepiente de sus errores, el mundo se enorgullece de sus bestialidades.
Ahora bien, dicho esto hay que volver a recordar la evidente relación existente entre homosexualidad -especialmente entre orgullo gay- y pederastia, así como la también evidente relación, recordada por Benedicto XVI, entre pornografía y pedofilia. La degradación sexual es una escalera descendente muy poco original: separación entre amor y sexo, anulación de todo tipo de compromiso, trivialización del sexo. Sexo icónico -pornografía-, y a partir de ahí, homosexualidad, pedofilia e incesto, a partir de lo cual, podemos pasar al bestialismo o la necrofilia. Claro que también puedes bajar los escalones de dos en dos y hasta de tres en tres.
Eulogio López
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