El cierre de centrales en Alemania, precipitado por el accidente de Fukushima, reabrió el debate en Europa sobre la energía nuclear. Los italianos dijeron "no" en el referéndum de junio de 2011, mientras Zapatero se mostraba cauto y, seguramente, a estas alturas recurrirá a lo de "que se encargue el próximo". Francia ni se lo plantea: sin nucleares no podría sobrevivir. Además, los galos exportan la construcción y tecnología necesarias para producir este tipo de energía.
Por eso, la decisión de Bélgica les afectará. Su vecino del norte puso límite de vida a las centrales, que cerrarán entre 2014 y 2025, pero ahora piensan si suprimir toda prórroga o gravar un impuesto a la nuclear. El principal afectado sería el grupo GDF Suez, que sirve la práctica totalidad de los megawatios nucleares en Bélgica. Para la eléctrica, Bélgica supone entre un 7 y un 10% de su EBITDA.
Mariano Tomás
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