En frase que heredamos para la actual centuria, el argumento lo dejó esculpido Juan Pablo II: "El martirio del siglo XX es la coherencia".

Toda la batalla política de hoy no se libra entre la derecha y la izquierda sino entre derechistas e izquierdistas coherentes con su credo o simples relativistas incapaces de creer en nada o lo suficientemente cínicos para ignorarlo todo.

Barak Obama es un incoherente como la copa de un pino. Se dice cristiano, más que nada porque allá en Pensilvania, durante las primarias, cometió el error, muy progresista, de decir que los pobres se refugiaban en Dios como consuelo a su miseria e ignorancia -no es textual, lo sé, pero ese era el sentido- lo que le valió la derrota más dura ante su rival Hillary Clinton. Porque Hillary es otra incoherente, pero no es tonta. Pregona el feminismo homicida, pero nunca se le ocurriría pronunciar tamaña necedad.

Había otra razón para que Barak Obama -los demócratas comienzan hoy su convención en Denver- nombrara vicepresidente a Joe Biden: es un WASP, con mucha experiencia en Washington, es decir, que ha tenido tres décadas para corromperse, pues ya sabemos todos en qué consiste la experiencia política.

Pero el amigo Joe es algo más: es un católico, eso sí, un católico a la carta, un católico abortista. Su historia la cuenta. ¿Podía ser de otra forma? No podía ser de otra manera. A pesar de la crisis actual de la Iglesia -que es crisis, precisamente, de coherencia- el catolicismo constituye el único punto de apoyo de una humanidad que suspira por dar un sentido a la vida. Por tanto, si el relativista, y un poco cantamañanas Obama, el hombre que quiere hacer una ley federal para permitir y fomentar todo tipo de infanticidio, quiere ganarse a un pueblo que no necesita de poses -porque no tiene que demostrar nada a nadie- para mostrarse creyente, debía escoger a un católico.

Ahora bien, un católico 'normal' habría echado por la alcantarilla el programa abortista de Obama, por lo que debía tratarse de un católico especial. Los británicos aseguran que ingresaron en la Unión Europea para fastidiarla desde dentro. Pues bien, eso es justamente lo que hacen los católicos pero el derecho a decidir, los Joe: fastidiar a la Iglesia desde dentro. Su incoherencia vital e intelectual es tan clara que lo lógico sería apostatar. Pero no: quieren quedarse para fastidiar, para golpear donde duele. Recuerden que el Nuevo Orden Mundial no coincide con el anticlericalismo marxista o la masonería capitalista de antaño: no quieren destruir la Iglesia, lo que quieren es conquistarla. Obama es todo un "new age": mucha sublimidad y poco amor, mucha espiritualidad y poca oración.

Hay un precedente en USA. Se llama Geraldine Ferraro, candidata, asimismo, a la Vicepresidencia, y cuando le preguntaban como podía ser católica y abortista, respondía: "Como católica estoy contra el aborto, pero no puedo prohibir a otros que aborten", a lo que el New York Times, abortista, le respondió que la respuesta no era válida, porque era como decir, "como católica no puedo tener esclavos pero no puedo prohibir que otros los tengan".

A lo mejor su opositor, McCain se decide por Condolezza Rice, una chica que, como advertía un guía mexicano que tuve en Washington: "Esa es una señora, licenciado, con muy mal carácter".

Será, entonces, otro contrapeso: al protestante anglosajón le sumamos dos minorías en una: mujer y negra. Que casi nada sepamos sobre sus principios, que sea una capitalista petrolera agresiva, partidaria de emplear ejércitos contra terroristas o matar moscas a cañonazos, que apenas se haya comprometido en defensa de la vida y la familia importa menos. Lo que importa es la imagen, aunque nadie se lo crea: ni los políticos ni sus votantes, en una sociedad que se ha partido en dos: católicos y relativistas.

Por cierto, no conviene olvidar la esplendida coherencia de la que está dando muestras la Iglesia norteamericana, purificada de la barbarie de los casos de pederastia, una campaña generada por sus enemigos, sí, pero barbarie por sí misma, consecuencia de haber dejado penetrar la homosexualidad en los seminarios durante las décadas de los años 70 y 80, esto es, como consecuencia de la incoherencia de tantos clérigos y de tantos fieles.

Los demócratas no han invitado a su Convención al arzobispo de Denver, porque es un tipo coherente, y un tipo coherente estaría obligado a contarles a los presentes, o a contar a toda la población a través de los medios, que el candidato a la Vicepresidencia no es católico porque es abortista. Por eso, han optado por un arzobispo ortodoxo griego, una nota de color, que, como se sabe, es la confesión más frecuentada por los norteamericanos, después de la del reverendo maestro de Barak Obama, creo.

Por cierto, los obispos norteamericanos insisten en que no se dé la comunión a los políticos que promueven el aborto. El ejemplo debe cundir. Así, al pronto, se me ocurren dos ejemplos en España: el socialista José Bono -todo un Fray Gerundio de Campazas- y el popular Ruiz-Gallardón.

Eulogio López

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