En medios diplomáticos se constata que ante la lentitud de la ONU, Estados Unidos ha tomado el mando en la coordinación de las ayudas al maremoto que el 26 de diciembre asoló el Sudeste Asiático. El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, organismo que en un primer momento calificó de rácana la aportación norteamericana, defendía en la mañana del viernes que no es justo criticar a Naciones Unidas por su lentitud en reaccionar a la tragedia, dado que la ONU es tan eficaz como lo sean sus gobiernos miembros. Annan, de gira por la zona afectada, asegura que la ONU no ha llegado tarde, que no tiene fondos propios y que, por tanto, no puede aceptar las críticas que han llegado desde los cinco continentes. En otras palabras, Annan ha aprovechado el Tsunami para reivindicar su proyecto de reforma de Naciones Unidas, que contempla el embrión de un Gobierno mundial con fondos propios y capacidad, aunque limitada, de actuación por encima de los estados.

No obstante, la ayuda que primero llegó a la zona fue la de la flota norteamericana. El secretario de Estado saliente, Colin Powell afirmó que nunca había visto una devastación similar. Ahora mismo, y cuando Naciones Unidas empieza a arrancar, los norteamericanos ya coordinan la ayuda en la zona, entre otras cosas porque han puesto más medios que nadie.