Estos de Misisipi son unos tipos muy raros. Pretenden, según asegura la crónica del diario El País, ampliar hasta límites inverosímiles el concepto de persona, hasta el límite mismo de la fecundación del óvulo, también conocido como concepción.

La caverna provida es muy exagerada: se empeña en que, por el simple hecho de que cuando un espermatozoide se funde con un óvulo se cree un código genético individuado, distinto del padre y de la madre, ya en el embrión, es decir, en el óvulo fecundado -que es lo mismo- hay un ser humano ¡Qué raros son estos fascistas!

Incluso, en su delirio, alegan que si al tal embrión se le permite desarrollar su curso natural se acaba convirtiendo, qué sé yo, en la ex ministra Bibiana Aído o, aún más extraño, en el director de El País. Con esta gente tan ultra no se puede dialogar.

Todo es posible cuando se puede ampliar el concepto de persona, tendencia verdaderamente original que ha constituido el soporte de la raza humana, desde Adán y Eva pasando por Felipe González y Aznar y hasta llegar a Zapatero. Y ahora, en pleno siglo XXI, los de Misisipi se empeñan en dar marcha atrás y aseguran que el embrión es un ser humano. Ya lo decía Enrique Barón: se puede decir todo pero hay que cosas que no se pueden decir. ¿Por qué no viviré yo en Misisipi?

Eulogio López

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