A veces la reacción del miserable se queda en envidia, pero en otras necesita ir a más: necesita hacer daño, necesita destrozar aquello que le acusa sin -fiscal y el reprocha su repugnancia sin utilizar el índice acusador.
Javier Fesser (no hay nada con más mala leche que un humorista profesional. Siempre dispuestos a reírse delos demás pero, hinchados de dignidad, no soportan que nadie les haga objeto de la más mínima broma) ha realizado una película sobre Alexia González-Barrios, una niña de 14 años que soportó un doloroso cáncer y con 14 años, murió con aquellos versos de Martín Descalzo: Morir sólo es morir/ morir se acaba/ morir es una hoguera fugitiva/ es cruzar una puesta a la deriva/ y encontrar lo que tanto se buscaba.
Pero Fesser, que lo único que quería era ajustar cuentas con el Opus Dei (la película se titula Camino), quizás como venganza personal sobre su madre, no podía entenderse lo que Alexia comprendía a sus 14 años, y por eso ha realizado este asquito.
El desesperado Ramón Sampedro es un héroe, Alexia, una fanática. El mundo al revés porque el señorito Fesser no puede permitir que alguien le muestre sus vergüenzas: estaba obligado a matar la memoria de Alexia. No cabe duda de que vivimos un proceso de encanallamiento de España. Hay que destruir la excelencia.
Por cierto, uno puede contar una historia de ficción, pero lo que no pude es utilizar a una persona real y cambiar su historia. Merecería una querella, pero no creo que la familia de Alexia lo haga: se morderá la lengua contra este cantamañanas y no acudir a los tribunales, Y es que los cristianos no deben acudir a los tribunales, que -ya lo dijo San Pablo- es preferible perder que pleitear, ya lo dijo San Pablo. Aunque a veces dan muchas ganas.
Eulogio López