Sr. Director:
Escribo esta carta con una mezcla de amargura, impotencia y preocupación, porque, sin más remedio, mis hijos tendrán que estudiar el adoctrinamiento del pensamiento único, al más puro estilo soviético. Contra la voluntad de millones de padres que deseamos para nuestros hijos una educación en valores, este gobierno quiere lavar el cerebro de la juventud desde la más tierna infancia, programándolos para borrar de su entendimiento toda huella de Dios e implantando en ellos ideas tan erróneas y dañinas como que es lo mismo el matrimonio entre un hombre y una mujer que la unión entre dos personas del mismo sexo; o que no hay nada mejor que un estado laico.
Yo, como la mayoría de padres y madres en España, no deseo que mis hijos aprendan las ideas de Zerolo, por poner un ejemplo. Primero, porque no las comparto en absoluto; segundo, porque tengo pleno derecho sobre la educación de mis hijos y exijo que se me respete al querer ejercerlo; tercero, porque no sé qué tipo de "ciudadanía" saldrá de esa "educación" que el gobierno pretende imponer. Sea cual sea, no creo que sea nada buena, pues pocas cosas de provecho se pueden conseguir sin el amparo de Dios, y yo soy de esas que rezo cada noche por mis hijos, con la total seguridad de que en ningunas manos están más seguros que en las Suyas.
Usted, señor Zapatero, ahora puede obligar a nuestros hijos a estudiar asignaturas tan mezquinas como ésta que se ha inventado, pero yo le aseguro que emplearé todos mis esfuerzos para que mis hijos no la asimilen ni en sus cerebros ni en sus almas, porque lo último que deseo para ellos es que formen parte de esa ciudadanía tan poco prometedora que usted y sus socios nos quieren imponer por la fuerza.
Patricia Bausá Cardellach