La reforma del aborto que prepara el Gobierno es tan grave que bien merece la movilización social puesta en marcha para oponerse a una medida que degrada los valores sociales.
El desconocimiento inexcusable de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, sobre lo que se trae entre manos hizo que despachara la pregunta sobre el inicio de la vida humana con una respuesta que lo dice todo: No vamos a entrar en cuestiones religiosas.
Estos centenares de científicos e intelectuales -así como los promotores de iniciativas similares- no entran en cuestiones religiosas, sino que responden a la pregunta de cuándo comienza la vida humana a partir de sus conocimientos técnicos, comprobados y analizados sin interferencias confesionales. Ahí radica la debilidad de la doctrina abortista, en su empecinamiento al asociar la defensa de la vida humana con posiciones clericales, cuando lo cierto es que se trata de una causa autónoma de ideologías y religiones, sólidamente apoyada en la ciencia y en las técnicas biomédicas más avanzadas.
Jesús Martínez Madrid
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