Autocorrección: el Papa Francisco no necesita que nadie le tergiverse, si tan siquiera el Nuevo Orden Mundial. Ya se encargan los curas de interpretarle. Su famosa entrevista para Civiltà Cattolica, reproducida por todas las revistas controladas por los jesuitas ha terminado en un monumento a la manipulación. Pero, ojo, no a la manipulación a la que me refería el viernes, a cargo de El País, sino a la del tipo de la perpetrada por uno de los sacerdotes redactores de Razón y Fe, la revista que reprodujo el diálogo en España, ante las cámaras de RTVE. Según este genio teológico, "lo que el Papa ha querido decir es que si Dios crea a una persona homosexual es porque la quiere así".
Esto es genial. Mire usted, señor mosén: en primer lugar, Dios no crea a nadie homosexual porque el gay no nace, se hace. En segundo lugar, Dios ama al hombre y, precisamente por eso, no puede desear que un homosexual siga siéndolo porque no le desea ni pecador, ni antinatural ni desmoralizado. Otra cosa es que le ame como a todos: a pesar de sus/nuestras debilidades.
A continuación, también en RTVE, confirmada por el Gobierno Rajoy como el medio guardián de las esencias progres, aparece una monja, vestida de Versace, que se lanza por el sendero feminista: "El Papa defiende que la mujer esté ahí donde se ejerce autoridad".
Bueno, autoridad, que no poder, porque en la misma entrevista, a nuestra dulce religiosa se le olvidó mencionar lo que más odia el Papa: "El machismo con faldas", que es, precisamente, eso: convertir la feminidad en feminismo, esto es, en machismo con faldas, en una lucha por los cargos que, ni a hombres ni a mujeres cristianos debería preocuparles un ardite.
Algunos curas y monjas han celebrado la manipulación con vistas al sacerdocio femenino, ignorando que el Papa Francisco ha negado, como todos sus predecesores, el acceso de la mujer al sacerdocio, lo mismo que Cristo se lo negó al ser humano más excelso, inmaculado, que haya existido: su Madre.
De ahí, nuestra clerecía -ellos y ellas, que diría Rubalcaba- han colegido que, "por primera vez" un Papa abre el camino al sacerdocio femenino y a la mujer en la Iglesia. Ya era hora, suspiran, en crítica encubierta a los anteriores pontífices. Miren ustedes, lo más 'feminista' que se ha escrito sobre la mujer ha venido de Juan Pablo II, en Mulieris Dignitatem, un elogio de tal calibre que hizo exclamar a un cura amigo: ¿Esto no lo dirá en serio, verdad "Amigo -tuve que responderle- que es el Papa: claro que lo dice en serio".
Así que menos enfrentar a Juan Pablo II y Benedicto XVI, presentados como papas machistas en contraposición con el aperturista Francisco.
Un tercer testimonio de RTVE, que engloba a todos los demás, para glosar la entrevista. Un laico comprometido, de base, claro, quien habla de una Iglesia que con Francisco "está abriendo la mente". Eso es muy bueno, y ya fue contestado por Chesterton, a quien también reclamaban los de la modernidad de su tiempo que abriera su mente: "Tener la mente abierta es como tener la boca abierta: un signo de estupidez. La mente, como las mandíbulas, sólo se abre para cerrarla de inmediato sobre algo consistente".
En resumen, la entrevista de Francisco no está siendo manipulada por el Nuevo Orden Mundial (NOM) -que también- sino por los propios curas. Vamos, que el enemigo está fuera pero, sobre todo, dentro. Y esto resulta especialmente peligroso porque confunde, no a los de fuera, sino a los de dentro.
Insisto: todo lo que el Papa Francisco ha dicho en su larga conversación con los jesuitas de Civiltà, puede resumirse en el viejo adagio cristiano de "odiar al pecado y amar al pecador". O sea, la línea habitual en 2.000 años de cristianismo, la esencia mismo de Nuevo Testamento.
Pero hay algo más que me preocupa. El NOM consideraba que el Papa Francisco era de los suyos. En seguida se ha dado cuenta de que no, de que dice lo mismo que siempre ha dicho la Iglesia, aunque con otros gestos y con otro lenguaje. Incluso más: el NOM se ha sentido traicionado: ¿No era éste un Papa progre Por tanto, y aquí está el busilis de la cuestión: han decidido tergiversarle una y otra vez para que parezca suyo sin serlo. Ya he repetido que este Papa iba a ser mártir. Su martirio ya ha comenzado.
Pero hay un aspecto que sí me preocupa sobre el secuestro metalingüístico de las palabras del Papa Francisco. Algo tan sencillo como esto: el NOM no se atrevía a hacer lo propio con Wojtyla o con Ratzinger. Les podían insultar, calificarles de reaccionarios, cavernícolas de mente cerrada y otras lindezas, pero no les manipulaban con el descaro infernal que hacen con Francisco. Sí, eso me preocupa, y me parece sintomático: un peligroso signo de los tiempos últimos y de la tribulación que viene. Porque a un Papa le puedes asesinar, pero no le puedes tergiversar en su papel magisterial. Francisco es un mártir de la tergiversación.
Eulogio López
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