Mi buen amigo Manuel Morillo, uno de esos tipos que exprime la vida -y la única manera de exprimir la vida es ser coherente con los principios asumidos- para recordar el anuncio de Público, órgano de propaganda del Zapatismo, según el cual el PP no derogará el gaymonio si llega al poder. ¡Bien por Público!, que ha realizado una gran labor en pro de la Iglesia a la que tanto aborrece. Es más, el artículo podría haberse titulado: el PP no derogará el gaymonio... de la misma forma que en 1996 no derogó la ley del aborto. Estamos totalmente de acuerdo Morillo y López: "Delere PP". Desde hace mucho tiempo vengo predicando, creo que el desierto, que el Partido Popular lo único que hace es prolongar la agonía del voto católico. Con el cinismo propio de la derecha española, el PP lleva 12 años lanzando este mensaje a los cristianos españoles: Sólo me podéis votar a mí, así que puedo permitirme el lujo de vejaros cuanto me venga en gana.

Digamos que el PP tiene secuestrado el voto católico de la misma manera que Federico Jiménez tiene secuestrada a la cadena COPE. Pero tanto el uno como la otra deberían caer en la cuenta de que la situación de debilidad no está en los rehenes, sino en el secuestrador. Quiero decir, que si el voto católico abandona el PP, el PP se va a la porra, directamente, y si Federico Jiménez abandone la COPE no tiene dónde ir, porque nadie le aguanta lo que le aguantan los obispos.

Háganse esa pregunta: usted, católico que vota a Mariano Rajoy. Imagínese que le ocurre lo mismo que a la UCD en 1982: el PP se estrella. ¿Votaría usted al PSOE? La respuesta, en un 99% de los casos, sería "no". Por tanto, surgirían nuevas opciones, mucho más coherentes con la ley natural -ésa que, según Pedro José Ramírez, el PP debería abandonar- y ese voto católico al PP mudaría hacia opciones más coherentes con sus convicciones. No tendrían que votar tapándose la nariz. Me hace gracia que se repita la misma cantinela: votar a un partido coherente con los principios cristianos (Familia y Vida, Alternativa Español, CTC) es tirar el voto. Lo que verdaderamente es tirar el voto es prolongar la agonía, es votar la PP. Antes de los ocho años de Aznar lo sospechábamos: ahora lo sabemos.

Ahora bien...

También me envía Morillo el siguiente texto de Europa Press, que recoge textos sacados del "blog" de Pepiño Blanco, el mismo que ha comenzado la batalla contra la Iglesia tras la concentración pro familia del pasado 30 de diciembre.

A ver, Pepiño:

1. El día 30 la Iglesia no pidió le voto para el PP ni directa ni indirectamente. Es más, hizo todo lo posible, como ya he explicado, para que el PP no obtuviera rédito electoral alguno del evento.

2. Tiene toda la razón: si el PP hubiera derogado la ley del aborto y se propusiera derogar el divorcio express o el gaymonio, la Iglesia, y cualquiera, tendría todo el derecho para pedir el voto al PP, aunque tampoco la haría. En las actuales circunstancias, pedir el voto para el PP es una incoherencia.

3. Los obispos no tienen por qué presentarse a las elecciones para opinar de política. En primer lugar porque la política afecta a la tarea de la Iglesia y trata cuestiones morales. En segundo lugar, porque no existe le monopolio de la política: los periodistas, y los médicos, y los abogados, y los fontaneros, tenemos todo el derecho a participar en política sin necesidad de enrolarnos en un partido. Usted lo que quiere es censurar a la Iglesia.

4. Si la Iglesia está obligada a optar, pero sólo por la coherencia. Lo mismo que usted. Por ejemplo, usted, que amenaza con "darse de baja" de la Iglesia, no puede votar el gaymonio o mantener el aborto y al mismo tiempo seguirse considerando católico. El magisterio católico es el que marca las normas, de la misma forma que la Ejecutiva y los Congresos del PSOE son los que marcan las normas para todos los militantes. Si alguien no está de acuerdo, es muy libre para marcharse de la Iglesia o del PSOE.

En el entretanto, a lo mejor convendría que los católicos no fuéramos tan ingenuos y dejáramos de lanzar piedras contra nuestro tejado. La concentración organizada por el Obispado de Madrid ha sido un éxito. Si al PSOE le fastidia es porque no consigue domeñar a la Iglesia. No lo conseguirá jamás, claro está, pero ellos no pierden la esperanza.

Dicho todo esto: ¿qué pretende el PSOE con su campaña de insultos a la Iglesia? Pues, sencillamente, ponerle una mordaza. Escuchar que la Iglesia pretende imponer sus principios por el hecho de enunciarlos es, simplemente, el intento de todos los dictadores de silenciar al contrario. Y sí, Manuel Cháves, Rodríguez Zapatero, Pepiño Blanco, Bermejo, Carme Chacón, López Garrido, etc., se comportan como lo que son: aprendices de tiranos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com