Alejandro es un veterano y respetado piloto de avión que, sin embargo, esconde un secreto. De ello se aprovecharán unos agentes del servicio de inteligencia corruptos que le harán chantaje y le obligarán a llevar misteriosas valijas en sus vuelos. De esta forma y sin pretenderlo, Alejandro se verán inmerso en una intriga internacional que le pondrá en peligro a él y a sus seres queridos, al mismo tiempo que intenta solucionarlo.

Una frase que se escucha en la película lo explica todo: “Nos puede cambiar la vida en un segundo”, más aún si hay personas sin escrúpulos capaces de propiciarlo.

Con un guión bastante impecable escrito por Emmanuel Díez, esta historia la han publicitado con un thriller similar a los de Hitchcock, y hay algo de cierto en la afirmación porque, de nuevo, nos encontramos ante un hombre de la calle al que las cosas se le ponen difíciles, tanto es así que su vida se convierte en una persecución, de gato y ratón, donde todos los implicados quieren utilizarle: los mencionados agentes corruptos, la policía areoportuaria e, incluso, algún amigo.

Resulta novedosa argumentalmente porque hay pocas películas que nos metan de lleno, como esta, en “las tripas” de un aeropuerto, en sus controles, en la dinámica que siguen habitualmente pilotos y auxiliares de vuelo, profesionales que pasan fronteras diariamente a lo largo de sus viajes y siguen teniendo, a día de hoy, cierto halo de “estilo”. Además el film, con varios giros argumentales bien resueltos, cuenta con una buena descripción de personajes y un ritmo adecuado, que se mantiene durante todo su metraje.

El actor argentino Guillermo Francella, conocido en nuestro país por El secreto de sus ojos, es famoso por sus trabajos en comedia y su vis cómica, pero aquí cambia de registro y realiza una gran actuación dramática, más aún si tenemos en cuenta que carga con el peso de la película ya que aparece en la mayoría de las secuencias. Está bien secundado por buenos actores, como suele ser habitual en las películas de ese país, que defienden con talento sus personajes: Pablo Rago resulta muy convincente como el malvado de la trama, llamado Saavedra, mientras que en la parte femenina Andrea Frigeiro hace lo mismo, metiéndose en la piel de la pareja sentimental del protagonista, una mujer valiente.

Aunque la tensión se masca en este film, hay escenas agradables como el homenaje especial, todo un ritual, que los pilotos rinden a los compañeros que se jubilan.

En Argentina  400.000 espectadores vieron La extorsión y la convirtieron en la película nacional más vista en ese  país del pasado año.

Para: los que les agrade el cine argentino de calidad, en general para los que les gusten los buenos thrillers.