Vuelve la idolatría. Lo que está sucediendo hoy es una historia de miedo, que ríanse ustedes del Halloween
No me invento nada, lo cuenta la Biblia. Al bueno el Rey Josías (II Libro de los Reyes, capítulo 22). Ya tenía yo ganas de saber si los israelitas, además de idólatras, eran un poco lentos. Cuando a un pueblo Dios se le revela y le trasmite los principios de la sabiduría aquellos por lo que los griegos lucharon con su malhadada razón durante años, y esa nación le desprecia para adorar un tronco de madera mal tallado, uno sospecha que no solo se trata de un pueblo de dura cerviz, sino de cabeza circuncidada y hueca, de donde Pedro Sánchez se hubiera surtido de vicepresidentas, sin ir más lejos.
Al dios Moloch no le gustaba la debilidad, por eso le ofrecían niños. A nosotros tampoco: por eso los abortamos
Pero claro, resulta que no. Verán la cosa estriba en que los buenos dogmas llevan aparejada una moral sencilla mientras los malos dogmas vienen acompañados de una moral extraordinariamente complicada.
Y sátiros, lo que hoy llamaríamos
O sea, que el pueblo judío cuando se alejaba de los mandatos de Señor, apenas ocho días por semana, y se daba a la manida idolatría se dedicaba principalmente, a tres cosas: la prostitución sagrada, cuyo adjetivo siempre ha sido objeto de debate pero el sustantivo no; a la extirpación de la debilidad. En plata, ofrecer a los propios hijos o a los del vecino como sacrificio a Moloch, el futuro dios del dinero que ya desde antiguo era muy aficionado a comerse bebés.
También se dedicaba a ejercer de sátiros, a los que hoy calificaríamos de pornógrafos, pederastas y/o violadores de mujeres.
Violadores de mujeres y/o pederastas, pululan por doquier
O sea, muy parecido a lo de ahora, con liberación sexual, aborto, agresiones sexuales a mujeres y perversión de menores instaladas como banderas progresistas.
El bueno del Rey Josías se aplicó a arramblar con estas barbaridades varias, las mismas en la que cayeron los pueblos antiguos (romanos, griegos, cartagineses, fenicios) y de las que solo se liberaban cuando se volvían dogmáticos. Es decir cuando tenían un porqué para vivir, cuando se apuntaban al ejército de Cristo.
Porque lo que está sucediendo hoy es una historia de miedo, que ríanse ustedes del Halloween.