Pedro Sánchez está por la abolición de la prostitución. Otra cosa es que lo haga
Ocurrió el lunes, durante la entrevista con Pedro Sánchez en RTVE, su hogar. El presidente fue preguntado por la postura de su gobierno sobre la prostitución. Recuerden que, como muestra de feminismo, el ejecutivo manifestó desde un primer momento que había que abolir la prostitución por constituir una explotación -y en verdad lo es- del cuerpo de la mujer.
Les cuento una historia sobre el suegro de Sánchez, Sabiniano Gómez, y sobre el hermano del suegro de Sánchez, el primero dedicado a las saunas gay y el segundo a las saunas hetero.
Condenar la prostitución es más fácil que eliminarla pero un progre no puede hacerlo. Además, si no es moralmente condenable, ¿por qué debería ser abolida?
Ya tenía coche oficial pero aún no era presidente. Pedro Sánchez viajaba en su coche con Begoña Gómez cuando la radio comenzó a hablar sobre las actividades de su suegro. Entonces su esposa, Begoña Gómez, se echó a llorar. Sánchez le dijo que con ese baldón se vería obligado a abandonar su carrera política, a lo que su esposa respondió: “no, tú no debes dejar la política, es mi familia la que debe cambiar”.
Y, al parecer, el cambio fue una realidad a la mayor brevedad posible.
Mal hace el proxeneta de la trata de blancas, mal hace el consumidor de prostitución… y mal hace la prostituta
En cualquier caso, Sánchez, preguntado el lunes en RTVE si el Gobierno cumpliría su apuesta por la abolición de la prostitución contestó positivamente. El PSOE está por la abolición, a pesar de que la ministra de Igualdad, la podemita Irene Montero, está escuchando todas las voces femeninas -perdón, feministas- que le piden comprensión para las muy dignas trabajadoras del sexo, actividad tan digna como otra cualquiera, es decir, donde el malo es el varón y la buena la mujer.
Pues bien ¿a que el PSOE no elimina la prostitución? Sería enfrentase con sus propias contradicciones.
Veamos: es más fácil y más certero, condenar la prostitución que abolirla, pero un progre no puede condenarla. En primer lugar porque descubriría que muchas prostitutas… ¡quieren ser prostitutas! (¿O ya lo sabe?) No son víctimas, son protagonistas de su propia indecencia.
El problema del progresismo es que ha puesto el sexo realmente difícil: no quiere el matrimonio para siempre, no quiere tener hijos, no quiere explotar a una prostituta… pero sí quiere fornicar
En segundo lugar, si la prostitución no es moralmente condenable, ¿por qué debiera ser abolida?
Lo que el progre no puede aceptar es lo que aceptaría cualquier no progre con dos dedos de frente: mal hace el proxeneta con la trata de blancas, mal hace el consumidor de prostitución… y mal hace la prostituta. No es buena la mujer y malo el varón: son malos los dos. La única forma de acabar con la prostitución consiste es encerrar al proxeneta y acabar con su red y convencer a la prostituta de que abandone su 'oficio' y cambie de vida. Y las escasas veces que se ha abordado (por ejemplo, lo abordó Ana Botella cuando era alcaldesa de Madrid) los resultados fueron pobres... porque la mayoría de las prostitutas se negaban a abandonar su oficio... que no es ilegal en España sino alegal.
De epílogo, el otro problema del progresismo es que ha puesto el sexo realmente difícil: rechaza el matrimonio para siempre, se niega a tener hijos, que dan mucho trabajo, reprueba la explotación de la mujer, pero sí quiere fornicar porque encima, ha separado el sexo del amor… que es la raíz de todos los males.
Conclusión: ¿a que Sánchez no abole la prostitución? Y eso que ya no tiene nada que temer por su suegro ni por el hermano de su suegro, asimismo dedicado antaño al negocio ‘saunístico’. Pero, por favor, que no tenga la caradura de presentarse, encima, como el hombre que acabará con la prostitución. No tiene mimbres para ese cesto.