Y como Calígula, que al Senado despreciaba, y con nombrar senador a Incitatus amenazaba; se apoya en expertos, que nombra él a dedo, y a las Cortes desdeña, hablando directo al pueblo
“El diablo… el espíritu orgulloso… no puede aguantar que se mofen de él…” Esta cita de santo Tomás Moro incluida en Cartas del diablo a su sobrino, de C.S. Lewis, nos viene como anillo al dedo para hablar de la sesión parlamentaria de este miércoles, en la que Pedro Sánchez debía rendir cuentas sobre su gestión del estado de alarma.
Ya les adelanto que la gestión del presidente, tanto en la primera ola como en esta la segunda, ha rozado la perfección, por aquello de que todo es susceptible de mejorar, incluso Pedro Sánchez, aunque él opine lo contrario. Es lo que hemos visto durante su intervención en sede parlamentaria: un Sánchez chulesco, también en los gestos. Por cierto, para el presidente del Gobierno la Navidad no es “el nacimiento de Jesús”, como le ha recordado Pablo Casado, sino que se trata de “la fiesta del afecto”. Sí, han leído bien.
Lo peor: el presidente insiste en la gran mentira: el estado de alarma ha sido un éxito. Pues no. Ha sido un rotundo fracaso porque España es el país con más muertos por habitante (según el INE, alrededor de 70.000), sólo por detrás de Perú. En otras palabras, el confinamiento brutal al que nos sometió Sánchez durante más de dos meses -el más severo del planeta-, sólo sirvió para que la economía española fuera la que más cayera en el segundo trimestre y la que peor pinta tiene de la OCDE de cara a 2021. Genial.
Hemos visto, además, a un Sánchez que rebosa humildad. “He reconocido errores cada vez que he subido a esta tribuna”, le ha respondido a Inés Arrimadas. Seguro que es así, presidente, aunque no recordemos ninguno.
Sánchez no aguanta que se mofen de él ni que le ignoren. Por eso, la presidenta de la Cámara, la socialista Meritxell Batet, se ha esforzado por callar a sus señorías, más pendientes de sus conversaciones perimetrales que de las palabras del presidente. Imperdonable.
- “Les pido respeto al orador”, ordenó Batet.
- “Eso es mucho pedir, presidenta”, le dijo el humildico Sánchez, que luego echó la culpa a los de siempre: “No todos somos iguales. La derecha y la ultra derecha no respetan al orador. Nosotros sí”. Lo dicho: “El espíritu orgulloso y ligeramente mentiroso”
Sánchez habla mucho, y las pocas veces que no miente es porque no está diciendo la verdad. Este miércoles, por ejemplo, ha asegurado que el plan de vacunación está publicado en el BOE cuando, en realidad, no lo está, algo que le han echado en cara Casado y Arrimadas. Las mentiras de Sánchez ya no cuelan.
Dos datos: en España hay cuatro proyectos de vacuna (del Csic) y no doce, como aseguró hace unas semanas el ministro Pedro Duque. Y el segundo: cerraremos 2020 con una inflación del cero por ciento. Lo ha dicho Sánchez.