El asunto es cómo se combate al virus. Por ejemplo, en España y en EEUU
Madrid se queda en la fase 0, es decir, en arresto domiciliario. El sadismo del Gobierno Sánchez con la capital rebelde alcanza su clímax. Un ciudadano madrileño lo explicaba así: “La fase 0,5 de la Comunidad de Madrid consiste en que los madrileños que no votaron a Ayuso pasan a la Fase 1 y los que votaron a Ayuso se quedan en la Fase 0”. El dicharacho es el análisis más certero que podrán ustedes encontrar.
Con un matiz: la fase 0,5 era una majadería del ministro de Sanidad, Salvador Illa, que asegura guiarse por criterios exclusivamente técnicos -evidencias científicas, que le dicen- para tomar sus decisiones.
Por cierto, decisiones tomadas por co-gobernanza. Aquí es donde la hipocresía de Salvador Illa se une a su sadismo contra Madrid, sólo para encubrir la desastrosa y, sobre todo, fracasada gestión del Gobierno Sánchez contra el coronavirus.
Más de 14 millones de españoles siguen en fase cero, encerrados en su casa y bajo represión policial
Illa entiende por co-gobernanza una colaboración basada en dos vectores: él manda y la comunidad autónoma obedece. Se lleva muy bien con el Gobierno Díaz Ayuso, una relación muy cordial pero a Fernando Simón se le escapa una frase reveladora: Madrid permanece en fase cero, “tras una discusión importante” con las autoridades sanitarias madrileñas…”.
Y, además, mienten. Ejemplo, como España es el país más golpeado por el coronavirus, con más infectados y fallecidos que ningún otro -reconozco que sólo algunos medios se lo recordamos-, Illa se afana ahora en reconocer que sí, que nos ha afectado de forma directa pero como a los cinco países con más tránsito de pasajeros del mundo: Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia y España. Cierto, don Salvador, pero con una precisión: España no es el quinto país más dañado sino el primero, el primero de los cinco más transitados y el primero del mundo mundial en número de muertos por habitante a causa del Covid-19. O sea, que el Gobierno español es un desastre, pero encima el Ejecutivo Sánchez emplea el coronavirus para ensañarse con el adversario político. Por ejemplo, con Madrid.
Y prosigue la persecución a la Eucaristía: en Madrid y Barcelona se permitirán las misas con sólo un tercio del aforo del templo
Y todo ello con la constante alabanza al pueblo, la marca del demagogo. “Actitud ejemplar” de la “práctica totalidad” de los españoles. Que no, ministro, que no: lo que ocurre es que a la fuerza ahorcan. Al español, como a todo el mundo, le gusta la libertad, no la represión. Cumple con el confinamiento porque, de otro modo, le sancionan y detienen, con la chulería y prepotencia de una policía española a la que le ha gustado este Estado policial, de represión permanente.
Total, que Madrid sigue en la Fase 0. Eso sí (¡qué buenas son las madres ursulinas, qué buenas son que nos llevan de excursión!) con algunos alivios: por ejemplo, abrirán los comercios minoristas, los centros de alto rendimiento e incuso se podrá oficiar la Santa Misa con templos a la tercera parte del aforo: ¡Qué buenas son las madres ursulinas!
Según Illa, lo de Madrid es co-gobernanza: yo gobierno y tú obedeces. Pero se llevan muy bien, dice don Salvador
Isabel Díaz Ayuso asegura en un tuit que Madrid seguirá perdiendo 18.000 empleos a la semana. Pero eso le importa una higa al Gobierno. Al Ejecutivo Sánchez, como en Alicia en el País de las Maravillas, lo único que le importa es dejar claro ‘quién manda’. Bueno, eso y ensañarse con los pijos de Madrid.
El Gobierno no deja a Madrid pasar de fase y seguirá paralizada.
— Isabel Díaz Ayuso (@IdiazAyuso) May 15, 2020
No hay explicación técnica.
No somos la región que más % de contagio tiene.
Estamos preparados.
Se arruinan nuestros comercios y cada semana perdemos entorno a 18.000 empleos.
Madrid ha cumplido.
Sadismo monclovita: en Madrid y Barcelona podremos comprar pero no ver a la familia ni a los amigos… y llevamos 60 días. Dos meses y más de 14 millones de españoles continúan en fase cero, encerrados en su casa y bajo represión policial. Lo que hace el miedo al virus, es decir, miedo a la muerte.