• La empresa de Rafael Santamaría pierde 155,9 millones en 2016, lo mismo que un año antes.
  • También caen los ingresos, un 6%, hasta 46 millones, y sigue a la espera del recurso para evitar la quiebra.
  • Han pasado ya cuatro años desde que se declaró en concurso, devorada por la crisis del ladrillo.
Reyal Urbis ha presentado los resultados de 2016 en los que pocas cosas cambian en el oscuro horizonte de la inmobiliaria. Llegó a ser la más grande de España, se derrumbó con la crisis del ladrillo (como Martinsa Fadesa, Nozar, Habitat o Llanera), y ahora sigue a la espera de la fórmula que se salve del difícil trance del concurso de acreedores. La inmobiliaria que preside Rafael Santamaría (en la imagen) perdió 155,9 millones de euros, prácticamente lo mismo que un año antes (155,1 millones). Eso por un lado. Por el otro, sigue a la espera de la que diga la Audiencia de Madrid sobre un nuevo recurso, tras la negativa del Juzgado de lo Mercantil, para admitir a trámite su propuesta para escapar de la insolvencia. Los ingresos en 2016 también fueron a menos: 46 millones frente a los 114,7 millones del anterior (-60%), con un resultado de explotación de 1,2 millones, frente al negativo de 11,3 millones anterior. En todo este recorrido, que se remonta de 2013 hasta ahora, sólo una cosa ha quedado claro: el aumento de la brecha entre el que fuera su principal accionista, el Santander, y Rafael Santamaría, conocido también por su amistad con José Bono. La última deserción fue la de la propia hija de Santamaría, accionista de control. Raquel Santamaría Moliner renunció, en enero, al puesto de consejera ejecutiva "por motivos personales". Rafael Esparza