• Lo primero, crear un ambiente guerra-civilista en la calle.
  • Ahora bien, la nueva estrategia supone un cambio: de agitar las calles a agitar las instituciones.
  • Es decir, llevar la violencia a los mismos organismos públicos.
  • Ejemplo: Pablo Iglesias busca un enfrentamiento físico en el Congreso de los Diputados.
  • La iniciativa de rodear el Congreso durante la sesión de investidura es otra aportación revolucionaria.
  • Sobre todo, porque la nueva ley de Seguridad lo prohíbe.
  • Y el primer mandamiento podemita es el de imponer la impunidad.
  • Iglesias sabe que, finiquitado el atolondrado Pedro Sánchez, sólo con la violencia logrará el poder.
Una estatua de Franco por los suelos… sin ninguna orden judicial. Simplemente, porque la turba se tomó la justicia por su mano y arremetió contra la estatua. Por cierto, siempre me han llamado la atención estos valientes que le pisan la cola al león después de muerto. Alentar los motines en centros de internamiento de inmigrantes o los encapuchados -nada que ver con Podemos, naturalmente- que prohíben a Felipe González y a Juan Luis Cebrián hablar en una universidad… a golpes. En cualquier caso, una declaración de los derechos humanos arrojada en el bancada del Gobierno en las narices de un ministro. Esto resulta más interesante, porque lo que buscan Iglesias (en la imagen) y Errejón, Stalin y Trotski, es una pelea física en el seno del Congreso. ¡Eso sería genial: visibilidad absoluta! Por de pronto, los de Podemos estudian rodear el Congreso el día de la Investidura, si es que llega, de Mariano Rajoy, lo que conculcaría la Ley de Seguridad Ciudadana, contra la que tanto han protestado. En resumen, se trata de imponer la impunidad, primer mandamiento de todo proyecto revolucionario. En primer lugar, incumpliendo las leyes y sentencias, incluida la del Tribunal Constitucional que permite las corridas de toros en Barcelona. En esta línea, Iglesias intenta fomentar todo tipo de ambiente guerracivilista. Sabe que, por la vía ordinaria, de una coalición política con el PSOE, solo con el atolondrado Pedro Sánchez hubiera sido posible alcanzar el poder sin recurrir a la violencia… en la calle y en las instituciones. Y recuerden: cuando el revolucionario consigue el poder ya se olvida de la revolución. Porque el fin no es la revolución, es el poder. Eulogio López eulogio@hispanidad.com