Aquelarre monetarista en Jackson Hole. Los gobernadores de bancos centrales, el club global de bancos centrales, acuden (virtualmente, ‘of course’) a las Montañas Rocosas (Wyoming) para escuchar al gran hombre, el presidente de la Reserva Federal norteamericana, Jerome Powell.

Y en su discurso surge el mensaje esperado y por los sensatos temido: que el fabricante norteamericano de dinero se dispone a hacer lo mismo que el BCE o el Banco de China: fabricar dinero. Incluso no le importará -precisa Powell- que la inflación se coloque por encima del 2% porque ahora, los monetaristas han descubierto que un mantenimiento continuado del dinero barato -ya va para 15 años- con el precio oficial del dinero en niveles próximos al cero, no provoca inflación.

El error norteamericano -y europeo-: la política de tipos bajos ya no favorece la creación de empleo sino la irresponsabilidad de los políticos con la deuda pública

Pero entonces, en lugar de concluir que su primer mandamiento (cuidado con fabricar demasiado dinero no vaya a ser que provoquemos una inflación argentina) es falso, concluyen lo contrario: seguiremos fabricando dinero, seguiremos alimentando el océano de liquidez en el que nos movemos desde la desaparición del patrón oro y, aunque provoque inflación (en 2021 se cumplirán 50 años e iba a ser una medida transitoria), seguiremos alimentando una economía financista que ha convertido el siglo XX en el siglo de la especulación y el siglo XXI en el siglo de la crisis económica permanente, en la mayor devaluación global de la economía. Todo lo que producimos, así como los salarios, valen menos hoy que ayer… o por qué las cosas marchan siempre mal.

¿Por qué las cosas marchan siempre mal? Porque vivimos la mayor devaluación global de la economía. Todo lo que producimos, así como los salarios, valen menos hoy que ayer

Ahora bien, las bolsas no reaccionaron al discurso de Powell. Es decir, que el monetarismo como motor de crecimiento empieza a agotarse. Y con él la economía financista, que todo lo fía al dinero barato. Powell asegura que pretende volver al pleno empleo (Estados Unidos ya estaba en el pleno empleo hasta la pandemia) pero lo cierto es que si la Reserva Federal y el BCE mantienen el dinero barato, la economía ya no reacciona… porque lleva lustros con dinero barato. Es más de lo mismo, su efecto, se agota.

El error norteamericano -y europeo- es este: la política de tipos bajos ya no favorece la creación de empleo sino la irresponsabilidad de los políticos con la deuda pública. Ya no sirve a la propiedad privada que crea riqueza sino a los Gobiernos que emiten deuda sin parar.

Volvamos al patrón-oro. El equívoco monetarista consiste en fabricar dinero en lugar de extender, y repartir, la propiedad privada

De hecho, el coronavirus puede provocar una crisis de deuda pública que ponga patas arriba todo. Por ejemplo, el Estado del Bienestar Europeo.

Está claro que hay que volver al patrón-oro (o a cualquier otro patrón). El error monetarista consiste en que el objetivo de la economía no es fabricar dinero sino extender y repartir la propiedad privada. El dinero barato no inventiva al empresario ni al emprendedor: a quien incentiva es a la clase política, partidaria del viejo aforismo de que hay que vivir de los padres hasta que se pueda vivir de los hijos. Traducido: obtengo votos mientras endeudo al votante.

Powell se equivoca, Lagarde se equivoca, los chinos se equivocan. Pero no lo saben porque se equivocan todos al mismo tiempo y en la misma dirección. Es el conocido pecado del economista. Ahora, en su variante pecado monetarista de Jackson Hole.