• Junto a Italia, Francia y Alemania.
  • El presidente de la CE habló la semana pasada de una Unión de "círculos concéntricos", en la que habría un núcleo duro que avanzaría plenamente en la integración y otro que avanzaría poco a poco.
  • Juncker planteará diversas opciones para el futuro de la UE ante la salida del Reino Unido.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, presenta este miércoles ante el pleno del Parlamento Europeo el libro blanco sobre el futuro de la Unión Europea, en el que planteará diversas opciones ante el Brexit o salida del Reino Unido. Juncker presentará este proyecto articulado en diferentes escenarios que refuerzan el papel de las instituciones comunitarias, pese a la falta de entusiasmo de los gobiernos nacionales, que no ocultan su preferencia por otra opción en la que los estados miembros tengan una mayor relevancia, informa ABC. Entre las opciones presentadas figura la de la construcción de Europa a partir de un «núcleo duro» como opción viable. De hecho, España, Italia, Francia y Alemania ya preparan ese grupo de vanguardia con una cumbre que celebrarán el próximo lunes. España también claro... tras la salida del Reino Unido... En concreto, según explica Entorno Inteligente, Juncker habló la semana pasada de una Unión de "círculos concéntricos", en la que habría un núcleo duro que avanzaría plenamente en la integración y otro que se quedaría más rezagado para avanzar poco a poco hacia el centro a medida que la situación política interna lo permita y sus ciudadanos así lo quieran. Más que una Europa a la carta sería un menú fijo con varias opciones de primero, segundo y postre. El problema es que técnicamente es muy difícil de implementar ya que cualquier avance de un grupo de países deberá hacerse respetando la integridad del mercado único y permitiendo al resto unirse eventualmente. Las otras cuatro opciones que planteará Juncker esta tarde son, según Entorno Inteligente: 1-Un paso atrás para salvar el proyecto. Convertir la Unión Europea en un simple mercado único. Este sería un escenario para aplicar en caso de victorias populistas en las elecciones que se celebrarán este año en Francia, Holanda, Alemania y tal vez en Italia. Consistiría en una reducción drástica del concepto actual, al que se le despojaría de cualquier elemento político. Un gran mercado único, sin aranceles, ni barreras comerciales, pero nada más. Probablemente obligaría a pasar de las cuatro libertades actuales (bienes, servicios, personas y capitales) a solo tres: bienes, servicios y capitales. Esta sería una visión minimalista de la Unión Europea de la que Reino Unido igual no se querría ir. 2-Seguir como estamos. No tocar nada. Asumir que cualquier cambio ahora mismo sería muy complicado de implementar y tratar de gestionar con las herramientas actuales las múltiples crisis a las que se enfrenta la UE (refugiados, Rusia, terrorismo, nueva política exterior de EEUU, Grecia, estancamiento económico...). Ya ha mostrado sus limitaciones: se aprobó a 28 un plan de acogida de refugiados y no se está cumpliendo. 3-Europeizar lo europeizable, pero a una velocidad. Este escenario parte de dos premisas. Una: lo que mejor funciona en la UE (política comercial, competencia, BCE...) son aquellas áreas en la que los Estados han delegado el poder a Bruselas. Dos: la primera premisa no es una varita mágica y siempre habrá problemas que se resuelven mejor en la escala doméstica. Sería cuestión de analizar qué políticas se resuelven mejor delegando todo el poder en Bruselas. Es decir, dar a la UE la responsabilidad de resolver el problema pero también las herramientas. ¿Migración? ¿Defensa? ¿Un Tesoro Público? El debate está abierto. 4-Los Estados Unidos de Europa. Una Europa federal con grandes transferencias de poder de las capitales a las instituciones europeas. El sueño húmedo de todo federalista: Bruselas recibiría un presupuesto mayor, podría vetar las cuentas nacionales, se emitirían eurobonos, habría un ejército europeo... EEUU pero a este lado del Atlántico. El problema: no parece que haya voluntad política para ello y es difícil llevarlo a cabo sin cruzar la línea roja de no cambiar los Tratados. Andrés Velázquez andres@hispanidad.com