José Ramón García Hernández, un no-quemado para suceder a Rajoy.
El Congreso aprobó ayer con el voto favorable de todos los grupos, salvo el PP y UPN, la toma en consideración de una proposición de ley del PSOE para que las personas con una enfermedad grave e incurable y los discapacitados graves crónicos puedan recibir la eutanasia. La iniciativa, que aborda cuestiones éticas, médicas y jurídicas, permite la objeción de conciencia a los profesionales sanitarios y establece que el derecho a morir dignamente forme parte de la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud, y que su acceso sea "universal y gratuito".
En ese contexto, el candidato católico a presidir el PP, José Ramón García Hernández, en Antena 3, se pronunciaba sobre la eutanasia: “Lo que aporta un católico a la vida pública es poner a la persona en el eje de la vida política. Es lo que el Papa Francisco está acertando, acompañar a las personas que sufren, hacer políticas para las personas. No se trata de ningún dogmatismo, es simplemente esa vocación de servicio hacia las personas. Si eso es algo extraordinario, sobre todo en estas cuestiones que tocan totalmente la fibra moral, y también la técnica”. “A mí me gustó mucho que el PP ayer estuviera donde teníamos que estar, que es en la defensa de la vida. Vivimos en una época de cultura de la muerte. Sánchez se consagra como el presidente muerte por hacer esto sin dialogar con los demás”.
Nos explicaban como había subido el grado de depresión de los médicos porque les rompe el juramento hipocrático, salvar al paciente
Ha añadido que en el Congreso tuvieron un seminario con expertos internacionales para hablar sobre eutanasia: “Nos decían que estas leyes de eutanasia están totalmente desenfocadas y ponen presión sobre los débiles, el moribundo y el discapacitado. A mí me pone los pelos de punta oír esas cosas. Y se dejan de lado los cuidados paliativos, el acompañar en el buen morir, que exigen mucha más atención y es totalmente distinto”.
Ha proseguido: “Estos expertos, sin ideología, técnicos, nos explicaban como había subido el grado de depresión de los médicos porque les rompe el juramento hipocrático, salvar al paciente. Y les estás induciendo a que acaben con su vida. Más toda la estructura que se genera en torno a la presión que se pone sobre el moribundo. Y eso es aterrador. Yo cuando estuve en ese seminario con expertos de todo el mundo tuve claro que no es solo una cuestión de defensa de principios, es que es incluso de defensa social”.