Doble objetivo: Acabar con el felipismo y lanzar el Frente Popular
Pedro Sánchez practica con idéntico entusiasmo la chulería y la insensatez. Su horizonte y su estrategia alcanzan hasta pasado mañana, no más, y en este cortoplacismo se mueve a gusto, porque ha sido derrotado tantas veces que cree poder levantarse siempre y porque se ha convencido de que en el corto plazo es donde lo único que importa es ganar.
No hace falta más que ver como se revuelve, feroz, contra el PP y Ciudadanos, y a favor de los proetarras, separatistas de todo signo y comunistas anarcoides, tipo Podemos. Sánchez practica lo que más temía Felipe González: que los socialistas se convirtieran en títeres de los comunistas. A Sánchez no le importa convertirse en una marioneta de Pablo Iglesias si con ello mantiene el sillón de Moncloa por el que tanto ha luchado.
Y lo único que puede unir el cajón desastre frentepopulista, además del poder, es su anticlericalismo
Es más, el presidente del Gobierno ha optado por acabar con el felipismo, cuyos restos se difuminan ahora mismo en las baronías regionales: por eso quiere acabar con Susana Díaz, Guillermo Fernández Vara, Ximo Puig, Javier Fernández o el mismo Javier Lambán. Ahora son ellos los que se tienen que retratar en las próximas elecciones autonómicas.
¿Y por qué opción se decide Sánchez para cuando liquide el felipismo? Pues por lo que ha sido la tentación perpetua de un insensato profundo durante el tiempo de exilio en el poder: por el Frente Popular, el mismo de la II República, el mismo que nos llevó a la Guerra Civil: la unión (más miliciana que militante) de socialistas, comunistas y separatistas catalanes y vascos. separatismo burgués antes que proletario, naturalmente. Es lo que más temía Felipe González: un PSOE abducido por leninistas, los mismos que atraen, con mirada de serpiente podemita, al insensato Sánchez.
Sánchez tiene enfrente a la derecha –que sigue tibia- del PP y a la derecha pagana de Ciudadanos. No es mucho
Y lo único que puede unir tamaño cajón de sastre, además del poder, es su anticlericalismo. Al menos, es en lo único en que coinciden todos estos grupos.
Enfrente, Pedro Sánchez tiene a la derecha –que sigue tibia con Pablo Casado- del PP y a la derecha pagana de Ciudadanos. Algo me dice que dada la cristofóbica evolución de la sociedad española, podría no resultar suficiente.