- Y la SEPI (Montoro) advierte que su paciencia se acaba.
- El efecto de las provisiones excesivas se termina y lo más importante: faltan ingresos.
- El Estado no pinta nada con un 18% en una empresa cotizada.
- Mientras, Fernando Abril-Martorell arremete ahora contra Dolores de Cospedal.
- Y es que el presupuesto de Defensa no da para lo prometido.
- Al fondo, la sombra de la francesa Thales.
Tras los convulsos dos últimos años de mandato de
Javier Monzón el mercado recibió alborozado la operación
Telefónica-Gobierno que llevó a la
Presidencia de Indra a
Fernando Abril-Martorell (
en la imagen).
El Gobierno se hizo con el 20% (ahora el 18,5%) pues se negó a acudir a la ampliación mientras esperaba que
Telefónica fuera haciéndose cargo de Indra. Sólo que
Álvarez Pallete conoce a Martorell y nunca se ha entendido con él, así que
Telefónica abandonó el accionariado.
Luego está la gestión, en sí misma, de Fernando Abril-Martorell. Comenzó enmendando la plana a
Javier Monzón, reduciendo los beneficios previstos y provisionando al máximo. Al principio el
mercado aplaudió pero ahora empieza a cansarse. De acuerdo, viene a decir: sí, don Fernando,
Monzón lo hizo muy mal, de acuerdo, pero, ¿usted qué está haciendo?
Martorell tiene más de financiero que de gestor y, en pocas palabras, el problema de Indra es que los ingresos no funcionan. El tándem anterior, con Monzón como vendedor de proyectos por el mundo y Javier de Andrés como controlador funcionaba de aquella manera.
Lo malo es que ahora hablamos de dos financieros y ningún vendedor.
Lo
que quiere decir que el problema de Indra son los ingresos, estancados, mientras empieza a tener problemas para participar en determinados concursos y posibilidades que exigen mucho
talento tecnológico… del que Martorell, en su afán por reducir costes, ha prescindido.
De hecho,
el presidente de Indra perdió los papeles al criticar a la ministra de Defensa,
Dolores de Cospedal. ¿La razón? El cacareado presupuesto de Defensa no crece, ni en España ni en Europa, al menos al ritmo previsto tras las exigencias de
Donald Trump. Y Martorell puso ahí demasiadas esperanzas. Atendió, solícito,
los requerimientos de Cospedal para cesar, por ejemplo, a Carlos Suárez,
y ahora que el dinero no llega, arremete contra la ministra.
No debía. Fue Cospedal quien impidió que
Cristóbal Montoro pusiera a la venta la participación del Estado en
Indra. Y una Indra sin pegada y sin el respaldo del Estado puede ser
carne de cañón para empresas como la francesa Thales, siempre obsesionada con Indra y que
tira con pólvora del Rey.
El proyecto Abril se agota y la paciencia de Cristóbal Montoro se acaba. Y el ministrísimo de Hacienda, dueño y señor de la SEPI, tiene poca paciencia.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com