- "Se teme que el grupo los ejecute, tal como ha hecho en otras áreas", dijo el jefe del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, Rami Abdulrahamn.
- Y al menos 300 personas, incluyendo mujeres y niños, perdieron la vida durante los ataques yihadistas a Deir al-Zor.
- Estado Islámico asedia desde marzo zonas aún dominadas por el Gobierno: sus residentes afrontan una severa hambruna y sus condiciones de vida se han deteriorado drásticamente.
- El nuncio en Damasco denuncia: utilizar el hambre y la sed como arma de guerra es una vergüenza.
Militantes del
Estado Islámico secuestraron al menos a 400 civiles cuando atacaron áreas controladas por el Gobierno en la ciudad oriental siria de
Deir al-Zor, informa
Reuters.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, que realiza un seguimiento del conflicto civil sirio, dijo el domingo que las familias de combatientes a favor del Gobierno estaban entre las personas raptadas.
"Existe un temor genuino por sus vidas, se teme que el grupo los ejecute, tal como lo ha hecho en otras áreas", dijo el jefe del Observatorio,
Rami Abdulrahamn.
Deir al-Zor es la principal ciudad de la provincia siria del mismo nombre. La provincia está conectada con la capital de facto del Estado Islámico, Raqqa, y con territorio controlado por el grupo radical en la vecina Irak.
La agencia estatal de noticias SANA dijo previamente que al menos 300 personas, incluyendo mujeres y niños, perdieron la vida durante los ataques en Deir al-Zor, aunque no mencionó que se produjeran secuestros.
Anteriormente, el Estado Islámico ha cometido asesinatos masivos luego de asaltos militares en Siria e Irak, entre ellos la ejecución sumaria de 200 soldados capturados en la base aérea de Tabqa en la provincia de Raqqa y de cientos de miembros de la tribu al-Sheitat en Deir al-Zor en 2014.
El movimiento terrorista, que controla buena parte de la provincia de Deir al-Zor, mantiene un asedio desde marzo sobre las zonas que aún están dominadas por el Gobierno en la ciudad. Sus residentes afrontan una severa hambruna y sus condiciones de vida se han deteriorado drásticamente.
En conversaciones con
Asia News, el nuncio en Damasco,
Mons. Zenari, afirma: "Usar el hambre, y yo agrego la sed, como arma de guerra es un crimen, una vergüenza, y me maravillo de que los medios internacionales hablen de ello (solo) ahora. Hay realidades en las cuales la gente hace más de un año que está muriendo de hambre, mientras que en las puertas de las aldeas y ciudades hay camiones cargados de comida, leche y medicinas".
Y todo esto por culpa el yihadismo. ¿Hasta cuándo hay que esperar una coalición militar internacional contra estos bárbaros?
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com