Pedro Sánchez probablemente sea el presidente que en ocho meses de poder, más ha manipulado la TV pública en su favor, de la mano de la inefable Rosa María Mateo, que hará el último gran favor al PSOE en las elecciones del 28 de abril y en la multi-elección de mayo. En una entrevista que no va a ayudar al prestigio profesional de Carlos Franganillo, el presidente del Gobierno siguió la pauta de su asesor Iván Redondo: como candidato, moderación; en el gobierno, radicalidad absoluta.

Se cumple la hoja de ruta de Iván Redondo: cordero en campaña electoral, lobo en Moncloa

Lo que significa esto: Sánchez seguirá alentando el guerracivilismo en España. Mientras pide unidad ante las cámaras, vuelve a colocar a la derecha como ultraderecha, una herencia del otro hábito de calificar a todo católico como ultracatólico.

Es lógico. Sánchez y Redondo son más amorales que inmorales. Con tal de mantenerse en el poder, matan. Y, para ello, dicen las encuestas, necesitan reeditar la moción de censura, más de lo mismo: unir a socialistas, comunistas y separatistas, la triple alianza de 1936, el frentepopulismo que provocó la Guerra Civil.

La seña de identidad de Pedro Sánchez es el antiteísmo

Y con los separatistas catalanes (y vascos del PNV, no lo olvidemos), lo de siempre: críticas pero sin estridencias. Estas las guarda para la derecha. Sánchez es cordero en campaña electoral y lobo cuando logra entrar en Moncloa. Y, desde luego, mucha, mucha cristofobia. Cuanta más mejor. Es la seña de identidad de Sánchez: su antiteísmo. Bueno, además del resentimiento.