- La crisis en el país hispanoamericano es triple: política, ética y económica. Las tres cabalgan juntas y a la misma velocidad.
- Dilma Rousseff está en entredicho por la corrupción en las empresas públicas, como Petrobras, y en su propio partido.
- La dependencia de la economía china fue clave para el despegue de la economía brasileña y ahora es su principal tormento.
- Brasil es el principal socio comercial de China, pero ya nota el 'peaje' en las exportaciones y en su moneda.
Brasil pasa en estos momentos una de sus peores crisis de los últimos años con connotaciones económicas, políticas y éticas. Las tres aristas se juntan para explicar la realidad de un país, llamado hasta nada a convertirse en una de las grandes economías mundiales, y que flaquea ya desde todos los ángulos.
La situación en
China, ahora, le ha golpeado especialmente. Ha sido su gran aliado para su crecimiento, y ahora, puede ser el principal factor para alargar su recesión. El real brasileño ha perdido un tercio de su valor frente al dólar durante la estapa de estancamiento, y esa situación se agrava con la devaluación del yuan. Malos momentos, en fin, para dos colosos.
La crisis política es clara y ha puesto en la diana a la propia presidente del país,
Dilma Rousseff (
en la imagen) en cotas históricamente bajas de popularidad, mientras la oposición le pide que renuncie al cargo. Pero esta crisis tiene también un trasfondo ético, provocado por los escándalos de corrupción en el país, que afectan a las grandes corporaciones públicas, como la petrolera
Petrobras (el desfalco podría superar los 2.000 millones de dólares), o el entramado de tráfico de influencias en la formación de Rousseff, el
Partido de los Trabajadores.
La investigación ha tocado ya al presidente de la Cámara de Diputados,
Eduardo Cunha, y planea también sobre los
sobornos que ayudaron a la campaña para la reelección de Rousseff el año pasado.
Y a todo lo anterior se une la crisis económica. La agencia
Moody's habla ya, en sus previsiones publicadas este viernes, de un escenario de recesión en el país el próximo año por el impacto de una desaceleración en China y bajos precios de las materias primas, mercado del que depende en gran medida la economía brasileña. Y la previsión para este año es que el
PIB se reduzca un 2%.
La situación de China es clave para Brasil. Lo ha sido en los años buenos y puede serlo ahora también, en los malos.
No hay que olvidar que el gigante asiático ha sido uno de los grandes
importadores de hierro, petróleo, soja o carne de vacuno. De hecho, el país hispanoamericano es el principal socio comercial de China desde 2013, con
comercio que ronda los 80.000 millones de euros. En el primer semestre del año, sin embargo, las exportaciones brasileñas a China han caído un 19%.
Y paralelamente, China ha apostado a lo bestia por Brasil, uno de los principales destinos de la inversión billonaria con la que ha jugado para su influencia en los países emergentes. También eso puede cambiar.
El viento en contra se nota también en otros factores, como la subida de
inflación, que se acerca al 10%, o la de los tipos de interés, con lo que tiene de penalización al consumo y provoca un mayor endeudamiento de la clase media.
Y a eso se une la
fuga de capitales. La inversión internacional se repliega a zonas más seguras, si las hay, y el dinero de los brasileños busca otras latitudes.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com