- Hay más preguntas que respuestas, pero la última palabra está en manos del mismo juez que dio la razón a los taxistas.
- Las empresas de autobuses denuncian a la red social, con 2,5 millones de usuarios, por competencia desleal.
- Y BlaBlaCar se defiende diciendo que su plataforma sólo pone en contacto a personas que quieren ahorran en sus viajes.
- La denuncia de Confebús es la primera que afronta el portal de origen francés, que quiere ponerse a salvo en Luxemburgo.
¿Tienen las horas contadas negocios como el de
BlaBlaCar o
Uber? Son
negocios distintos, pero los dos están bajo sospecha, uno en las ciudades, donde competía con el
taxi, y el otro en los largos recorridos, donde compite con los
autobuses.
Hay una arista en la que se unen los dos: el mismo juez que cerró Uber en España,
Andrés Sánchez Magro, es el que ha citado a BlaBlaCar para escuchar sus argumentos, tras la demanda presentada en agosto por
Confebús, la patronal que agrupa a las empresas de autobuses, por
competencia desleal. Consideran que su actividad, ilegal, lesiona gravemente los intereses de las empresas de transporte de viajeros legalmente establecidas.
De ese juicio que comienza este jueves -es decir, de la contundencia de los argumentos de una u otra parte- dependerá el cierre también de BlaBlaCar.
El negocio de BlaBlaCar consiste en conectar a distintos viajeros para que compartan los gastos de desplazamiento en coche particular. Es eso precisamente lo que ha mosqueado a Confebús: les muerde el negocio. Y no es para menos: la
red social, de origen francés, cuenta con 2,5 millones de usuarios en busca de oportunidades para ahorrarse un dinero en viajes. La idea es compartir gastos, no lucrarse.
Hace casi un año, en diciembre de 2014, el juez Andrés Sánchez Magro (titular del Juzgado número 2 de lo Mercantil de Madrid) dio la razón al gremio de los taxistas y decidió el cierre de Uber, de origen americano, por la competencia desleal que sufrían los taxistas en las tres ciudades en los que estaba disponible su servicio (Madrid, Barcelona y Valencia).
Esa prohibición
está recurrida en los tribunales europeos, dentro de una causa más amplia. De hecho, Uber mantiene litigios judiciales por la misma razón, una empresa sin conductores, en Alemania, Holanda, Francia o Bélgica.
El debate con BlaBlacarCar está planteado en los mismos términos porque realiza una labor de intermediación entre viajeros y conductores y éstos no tienen
relación laboral alguna y no se les exige una licencia o autorización. Y si el juez aplica los mismos criterios que con Uber, la plataforma tecnológica está también abocada al cierre.
No obstante, hay también deferencias. La primera y más importante es que Confebús no ha pedido el cierre del portal
online, pero sí su actividad de intermediación (debido a la tasa de gestión que cobra la web) por la competencia desleal que supone.
Y la segunda, el modo en como
BlaBlaCar ha planteado su defensa. Para ello ha contratado al bufete de abogados
Pérez Llorca, que esgrime, entre sus argumentos, que la actividad de BlaBlaCar es la de una red social y, en consecuencia, no está sujeta a la regulación del transporte sino a la
Ley de Servicios de la Sociedad de la Información.
En otras palabras, que BlaBlaCar, según la defensa, no intermedia ni determina nada en el acuerdo por el que un conductor traslada a un viajero
"sin ánimo de lucro". Eso por un lado. Por otro, que la actividad de esos conductores es ocasional, a diferencia de la frecuencia con la que están programados los autobuses. Y se acoge a esos argumentos para convencer al juez para que traslade el caso al
Tribunal de Justicia de la UE. De ser así, BlaBlaCar no sería cerrada, como sí lo fue Uber.
El mismo debate está planteado en otros países europeos -está presente en 19-, aunque ha sido en España donde BlaBlaCar ha sido denunciada por primera vez.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com