El miércoles 3 de octubre ha resultado un día hábil, muy hábil, en materia política.

Lo más importante quizás sea lo ocurrido en el Parlamento madrileño, donde a instancias, cómo no, de Rocío Monasterio, portavoz de Vox, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso se atrevió a criticar la exhumación de Franco, bajo una epigrama “¿Qué será lo siguiente? La basílica, la Cruz del Valle, todo el Valle, la parroquia del barrio, ¡arderán como en el 36?… a mí me espanta la ley de memoria histórica”. Me descubro ante esta mujer y nunca pensé que fuera hacerlo.

Y Vox renuncia a hacer caso a Pablo Casado: se presentará en todas las circunscripciones que pueda

Curioso, el primer pepero, quizás del que menos podía esperarse, que se atreve a poner en cuestión la cristofobia sanchita, disfrazada de dignidad democrática, y su obsesión, más que por desenterrar a Franco, por destruir el centro religioso conocido como Valle de los Caídos. Ningún pepero lo había hecho antes.

Al tiempo, Santiago Abascal presidente de Vox, rechazaba la petición de Pablo Casado para que el 10-N no se presente en aquellas circunscripciones en la que el 28-A obtuvo votos pero no cargos. Abascal le ha dicho que nones. 

Un único debate, a cinco líderes, impuesto por el PSOE. En el centro, Sánchez. Cuatro progres frente a un no-progre

Por su parte, Pedro Sánchez exige un único debate, a cinco líderes, impuesto por el PSOE. Pretende colocarse en el centro de los cinco. Pero lo cierto es que, por el momento, y salvo que Díaz Ayuso marque otro camino, hablamos de cuatro políticos progres frente a uno no-progre.