Es un anécdota real. Un ingeniero madrileño se incorpora a una empresa informática catalana. Apenas llegado, uno de sus compañeros le espeta:

-No me hables en castellano. Si no sabes catalán, prefiero que me hables en inglés.

Traducido: una generación ha sido impregnada de odio, ergo se precisa otra generación para revertir ese odio.

Oriol Junqueras asegura que ama a España. Pues hay amores que matan y la degeneración del amor -como bien saben los divorciados- siempre genera rencor.

¿Separatismo? Se trata de un problema desesperado, pero no grave. Paciencia

No se trata de combatir el nacionalismo sino de no hacerle mucho caso. Lo del diálogo está muy bien pero, ahora mismo, dialogar con los secesionistas sólo provoca jaquecas.

Ortega y Gasset aseguraba que el problema catalán no se puede solucionar, sólo convivir con él.

O, como asegura un empresario catalán de ahora mismo: el independentismo es una enfermedad incurable pero de un órgano no vital. Si se necrosa, bien puede extirparse.

Así que el mejor consejo respecto al ¿procés?, que ya ha provocado un hastío en toda España y empieza a provocarlo en media Cataluña, es la paciencia.

Se trata de un problema desesperado, pero no grave.